martes, 28 de abril de 2015

Nuevas generaciones

El porqué algunos grupos humanos no reconocen a otros como iguales es un enigma antiguo que la antropología ha abordado desde sus inicios. En el pasado, las tribus de un valle no reconocían humanidad a las tribus del valle vecino, sin que entre éstas existiera diferencia cualitativa alguna de raza, religión o estado evolutivo. La negación formaba parte de una estrategia para garantizar la superviviencia del en su mutua competición por los recursos limitados, que justificaba agredir, secuestrar, violar, matar y devorar a los vecinos, liberándolos de los daños colaterales de la mala conciencia.

Con el pasar de los siglos, la negación de la plena humanidad a los otros se fue constriñendo o ampliando en función de las prosaicas necesidades de los diferentes grupos. De esta forma, se permitía la esclavitud de los otros, de los conquistados, de los barbaros, cuando se precisaba mano de obra mal pagada en grandes cantidades. Se infantilizaba al género femenino para tenerlo bien sometido y atado a la pata de la cama. O se demonizaba al infiel para justificar la conquista y su consecuente saqueo.

Hoy, a pesar de todo lo que dicen que hemos evolucionado, seguimos siendo simios, unos más monos que otros, y aún tenemos la necesidad de construirnos una identidad en contraste con las otras. Así formamos parte de una generación, estamos abonados a una religión o a su ausencia, calzamos una ideología, vestimos punkie, pijo o hípster. Y sólo, en el peor de los casos, si estamos enfermos o descuidaron nuestra educación odiamos al otro por ser otro, o al menos nos cuesta reconocerlo

En mi caso, yo que me considero más templado que educado, más viajado que evolucionado, más leído que creído, no estoy inoculado de este mal al 100%, y, de tanto en tanto, me cruzo a personas que no reconozco en su humanidad.

Un ejemplo: las nuevas generaciones del partido popular. ¿Son humanos? ¿habitan el mismo planeta que yo? ¿hablan mi idioma? Y, si lo hablan, ¿las palabras significan lo mismo que para mí?.
Le dado unas vueltas y, como etólogo aficionado, no encuentro lógica a su comportamiento. Enfocado como está el ventilador hacia ellos, como no huyen en estampida para no ser contaminados por toda la mierda que está cayendo.
En su clan, ¿no rige la lógica? ¿Cuáles son las razones que hace que no les importen las derrotas morales, los continuos escándalos? ¿Una educación sectaria que los ha conducido a la talibanización? ¿Más moral que el Alcoyano? ¿La débil esperanza de poner el cazo?
Admito la derrota de mi ingenio: no puedo comprender a estos alienígenas míos. Menos mal que son pocos y cobardes.

jueves, 16 de abril de 2015

Paisaje después de la crisis

Es posible que sea cierto y que eso de allí al fondo sea la luz al final del túnel. Todos quisiéramos creerlo ahora que llegó la primavera. Es factible que después de 7 años, la virulencia de la crisis remita. Las terrazas de los bares han hecho más caja en los pasados días de asueto, la gente está cansada de cuaresma y cualquier llamamiento al optimismo ganará adeptos, alentando el consumo interno. Es probable que lo más duro haya sido superado como nos repetirán hasta la saciedad en este año de campaña. No obstante, es necesario mirar atrás con melancolía y recordar lo que nunca más volverá.

España, ya lo dijo el maestro fue una fiesta. Y si como dicen lo neoliberales y el gobierno hemos salido de la crisis, el escenario hoy se asemeja al campo de batalla habitual de una fiesta abandonada hace mucho tiempo: Una tasa de desempleo superior al 23%, 4,6 millones de desempleados, 8 millones de persones bajo el umbral de la pobreza, la mitad de la población en situación precaria o en riesgo permanente de caer en la pobreza, miles de familias plurideshauciadas, miles de niños pequeños que después de ver perder a sus padres su vivienda hipotecada y luego son deshauciados de los pisos que alquilaron como salida de emergencia y.

Pero lo más importante, un cambio substancial en las expectativas de futuro de una gran parte de la población: Así mientras que los más favorecidos habrán salido de rositas o, en el peor de los casos, con una regularización fiscal. Los que gozan de trabajos más estables y consolidados pueden comenzar a relajarse y respirar en voz baja para que no cambie su suerte. Mientras que la inmensa mayoría de la población se deberá aconstumbrar a la inestabilidad en el empleo y los bajos salarios submileuristas (ya más de la mitad de los trabajadores en España cobra menos de mil euros al mes) que obligan a 1 de cada 3 hogares a hacer malabares para llegar a fin de mes, mantienen a sus miembros en una angustia continua que multiplica el desarrollo de las enfermedades mentales, y los lleva a la bancarrota ante el menor imprevisto o accidente, al carecer de capacidad alguna para tener ahorros o fondos de provisión.

Las cifras oficiales hablan de 14 millones de personas que viven en situación técnica de pobreza, 6 millones en pobreza extrema, 731.000 hogares donde no entra ingreso alguno. Realidad que los gobernantes (de todos los colores y administraciones) han desoído hasta ahora al permitir una reducción importantísima en la inversión (y no gasto) social un asesinado el Estado el bienestar por este Gobierno y publicada su esquela en el artículo 131 de nuestra Constitución. Hecatmbre a la que sólo ha podido sobrevivir la población con el sobreesfuerzo de la solidaridad familiar y social de los bancos de alimentos y otras instituciones de beneficiencia, aunque suene mal el palabro, pues los responsables del barco nos han barado en un Estado de auxilio social, en donde sólo se distribuirá pan entre el vulgo cuando se acerquen elecciones.

Y que decir si ampliamos el zoom y miramos a los colectivos más desfavorecidos: Parados de larga duración de más de 50 años por los que nadie se preocupa y que están abocados a un duro tránsito por un desierto hasta conseguir finalmente una jubilación previsiblemente de hambre. O jóvenes no formados, a los que el espejismo del dinero fácil en los tiempos de la burbuja inmobiliaria los desalentó de los estudios y a los que en la actualidad no somos capaces de ofrecerles trayectos formativos atractivos. O madres de hogares monoparentales que cuando tienen empleo su preocupación estriba en no perderlo.

Pobreza que se curaría con empleo digno, subvencionado o no. Pero que si se cronifica en el tiempo aboca a miles de ciudadanos a la exclusión social y a situaciones irreversibles. Incremento de la desigualdad que también conduce a la desafección, el radicalismo y la violencia. Y que en palabras que entiendan los neoliberales nos convierten en un lugar menos atractivo para la inversión.

Haced el favor de mirar que proponen los nuevos magos que nos vienen a gobernar para abordar el desastre y votad en consecuencia.