viernes, 31 de diciembre de 2010

Cuentos de Último Minuto, IV

Como cada vez que se aproxima el cambio de cada segundo, Minuto se apresura a repasar su lista de buenos propósitos para el que está a punto de estrenar. Minuto Exigente quiere ser más. Minuto Insatisfecho desea hacer más. Minuto Imperfecto anhela poder ser mejor. Con las prisas de las campanadas, antes de que se mueva inevitable el segundero, Minuto siempre olvida pedir ser menos, no crecer para concentrar su sabor, hacer poco y sin prisas, no cambiar para poder mejorar lo que ha hecho hasta hoy, no conocer más para conocer mejor lo hasta hoy ya visitado, no aprender más para poder tener tiempo de olvidar las cosas que no nunca tuvo que conocer.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Cuentos de Minuto, III

Don Minuto de la Mancha fue tomado por loco por contemporáneos, críticos literarios e historiadores por lanzarse a combatir como un titán contra las aspas de unos molinos gigantes como segunderos. Pero más cuerdo que nadie atrasó la cuerda del reloj que marcaba cruelmente su paso por esta novela y poder extender así su vida durante cien segundos, sisándole cuarenta a la parca, que dedicó por completo a su loco y consciente amor por esta vida imperfecta, al que bautizó Dulcinea.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Nadala 2011

Como viene siendo costumbre, justo antes de que se nos deshilache el año, reservo con celo, a pesar de las prisas que impone esta vertiginosa cuenta atrás, cinco minutos de paz desde donde desearte que se te hagan realidad un montón de deseos durante el Año Nuevo que está a punto de comenzar. Busco siempre entre todas esas pequeñas maravillas gratis que debemos recuperar de entre las cosas que ya nadie tiende a apreciar: Paz, amor, tranquilidad, alegría y rauxa para poder enfrentar los días de crisis que vamos atravesar. Y en especial para este año, que pintan bastos, te deseo:
Que, por una vez, la banca no gane la partida.
Que nos repartan buenas cartas y nos alumbren todos los faroles.
Que tengamos quien nos preste otra moneda cuando leamos game over.

Que cierren este casino y que todos los juegos sean de niños.
Que siempre nos salgan dos seises y un cinco para llegar pronto a casa.
Que por el camino, les cantemos las 40, y no perdamos una sola ficha.

Que el guiñol no se deje meter mano y la marioneta domine sus hilos.
Que a nuestro caballo no se le acaben las pilas.
Que no te encuentre a faltar en el corro de mi patio particular.

Que nunca nos quedemos mirando el partido desde el banquillo.
Que sepamos cambiar las reglas, para que cuando ganemos, ninguno pierda.
Que como buenos peones sepamos defender nuestra reina.

Que elijamos siempre hacer el indio y jugar a las cocinillas.
Que nos guiñen el ojo cuando se acabe la partida de mus.
Que juguemos a los médicos en cada momento y lugar.

Que no nos pillen los polis, que no dejemos a nadie escondido.
Que siempre haya algo entero en el puchero del abuelo.
Que el papel siempre gane a la piedra.

Que siempre recordemos que, hasta el final, nos quedará Kamchatka.
Que nos tomemos la vida en serio y nos la juguemos en todo momento.
Que el último en caer, salve por todos.

Que nos busquen, nos usen y nos amen.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Celebración del olvido y la inconsciencia

Bendito el olvido. Bendita la desmemoria humana que no nos recuerda que todo lo que empieza tiene por fuerza, o a la fuerza, que acabar. Que todos nuestros principios tienen el mismo fin. Que todos nuestros esfuerzos acabarán en polvo, o hechos polvo. Bendito y sedante olvido, que con su lengua de días va lamiendo nuestras heridas hasta cerrar la más sangrienta de las llagas. Ahora que arden, ahora que escuecen vivos los arañazos de tu desamor, toda la memoria de tus vivos recuerdos, en este pozo de cegadora evidencia donde ni tan siquiera se entrevé el fondo, solo veo una esperanza: sé que me espera el más oscuro de mis olvidos.

Bendita inconsciencia. Bendita desmemoria que me permitirá con el tiempo instalarme, otra vez, de nuevo, en la rampa de salida. Retomar presto la carrera, correr alegre sin ningún destino fijo, para tropezar, nuevamente, con la misma piedra. Que todos nuestros principios tienen el mismo fin. Que todos nuestros esfuerzos acabaran en polvo, o hechos polvo. Pero más pronto o más tarde, volveré a escuchar la música y bailaré, porqué, ¡bendito olvido!, soy humano, soy alegre, estoy hecho para bailar y no para recordar. Todo un inconsciente. Gracias al olvido.

martes, 7 de diciembre de 2010

Desalmados























Ilustrarción: El Roto


domingo, 5 de diciembre de 2010

Reexistencia

Fin al gobierno de los justos. Los prohombres abandonan sus responsabilidades derrotados, se miran los unos a los otros, se comprenden. Ellos nos se equivocaron, fue el pueblo quienes no les entendió. Ellos tenían sus razones para cada uno de sus pasos, para cada uno de sus hechos, que no era necesario explicar a los humildes. Ellos que ahora repudian su gestión, admiten que sus transgresiones fueron necesarias para mantenerse firmes al pie del timón, sobre su poltrona.
Fin al gobierno de los justos. Los prohombres respiran aliviados, no serán ellos los que bregarán con la parte más cruenta de la crisis, no serán ellos los que reciban las próximas cornadas. No serán ellos los mamporreros de los próximos recortes que impondrán los dueños del tablero. Se miran los unos a los otros y asienten: en la oposición siempre se está más cerca de la razón, contra el mal se vive mejor.
Fin al gobierno de los justos. Los vencidos, sosegados, se miran los unos a los otros, buscando, de entre ellos, a lo más honestos, o a los más débiles. Cabezas de turco, cadáveres de paja que arrojar a sus militantes para que perviva la especie. Ellos representarán la ceremonia de la inmolación de los culpables, de su teatral y limitado sacrificio, para hacer posible el milagro de la resurrección, cual ave fenix, del Aparato, con toda su potencia. Para organizar desde la nueva trinchera su reexistencia, para poder volver al sacrificio en nombre del bien público, para que las mismas ideas sean pronunciadas con las mismas palabras, para que nadie nuevo, ningún advenedizo, se apodere del viejo teatro.
Ilustración: Rembrant, Los síndicos del gremio de pañeros