lunes, 28 de diciembre de 2015

Nadala 2016

 
Como de costumbre, justo antes de que se nos autodestruya inevitablemente el año, de entre las prisas y las obligaciones preservo con mimo cinco minutos de paz para seleccionar entre las cosas que ya nadie usa un buen montón de buenos deseos para que se nos hagan realidad durante el próximo Año Nuevo que está a punto de comenzar.
 
Deseos humildes que no se anteponen a los deseos mayúsculos que entre todos tenemos que encontrar: Paz, amor, solidaridad, alegría... Y por eso, para ti y para mi, nos deseo:
 
Que tiremos lo rancio por la ventana, para que jamás vuelva a entrar por la ventana.
Que neguemos el saludo a los deshonestos, para que ya no tengan ascendencia en nuestras vidas.
Que nos gobernemos desde nuestro suelo, desde nuestro poquito, obligándoles a contar con nosotros.
Que cuando digamos nosotros, tengamos en cuenta a los otros.
Que cuando digamos nosotros, pensemos también en los de aún más abajo.
Que algún día pensemos en lo común y sonriamos.

Que nos sobre el tiempo para nosotros y nuestros amigos.
Que la mirada de los niños rescate, de entre la rutina, nuestros sueños desahuciados.
Que encontremos energía para hacer lo que dejamos para otro día y nos hubiese gustado tanto.
Que por los descosidos, no paremos de perder sonrisas.
Que nos duelan los labios por sus besos.
Que al hacer balance sonriamos por deber mucho a muchos y haber para pagar otra ronda.


Que los imprevistos nos cojan bien atrincherados y las sorpresas desarmados.
Que nos quede espacio para acoger los cambios.
Que nos queden ganas para jugar. 
Que nos perdamos el hambre de aprender.
Que conservemos reflejos para desaprender y hacerlo diferente.
Que brote la primavera... 


Todos los días de este nuevo año, cada día en su justa medida, en función del tiempo que nos dejen y la energías que nos queden.