lunes, 29 de noviembre de 2010

Cuentos de Minuto, II

Minuto tiene el tiempo cronometrado. El tiempo justo. Ni un poco más, ni un poco menos. Sabe que la vida es efímera y escucha el tic-tac del reloj detrás de él. Tempus fugit.
Minuto se queda congelado, porque la preocupación le mata, y deja que la vida pase por encima de él, atado de manos por las prisas de responsabilidades que nunca supo como llegaron hasta él.
O se deja llevar y disfruta cada instante, con los ojos bien abiertos y alma agradecida, saboreando cada centésima de segundo, y sorbiéndose los dedos para extraer todo el jugo a su existencia.
Cada minuto elige como pasar el tiempo. Cada minuto cuenta, una historia diferente, de ésto que todos llamamos vida.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Guatemala, molt millor!

Portaven molts anys caminant com els crancs i, de cop, tots plegats van decidir aprendre a córrer, cap allà endavant. I és ben cert que la sensació de velocitat té les seves contraindicacions, com ara, l’alteració de la memòria. I avui des d’aquí, tant lluny d’allà on érem fa només set anys, mai ens recordem de com érem.
Portaven molts anys estancats, com hivernant dins els nostres propis melics i, de cop, van decidir créixer i multiplicar-nos. Però sense adonar-nos, perquè ens veien cada dia, i el mirall ens reflectia just igual que el dia anterior. Només era quan rebíem algú de fora, que ens preguntava, al haver-ho de contar, quan quèiem en totes les coses que ara fem i que abans mai havíem fet.
Però a les hores, avui, després de l’efímera i sorollosa primavera, van arribar els dies grisos. I tot va a començar a trencar-se al nostre voltant, i es van donar que no eren tant llestos, ni tant guapos, ni tant rics. A les hores, ens van dedicar a buscar fora de les nostres camises als culpables, i cert sentiment generalitzat molt proper a la depressió va caure com una teranyina sobre els nostres ulls: tot ho havien fet malbé, qualsevol altre ho faria millor. Aquí a Guatemala, no cabia dubte, els altres ho farien més bé, trobarien totes les solucions.
Però, just un dia abans de obrir-li les portes del nostre destí als altres, a aquells altres, un nen ens va preguntar: “Aquests altres, aquests altres, no són els que ho havien fet tant malament en els temps d’abans, els que ens obligaven a caminar com crancs i a dormir ensopits dins els nostre propis melics? I la seva innocent pregunta ens va treure els colors. I ens van mirar els uns als altres amb aquiescència, pensant que Guatemala no estava tant mal. I no sòl això, sinó que també estava molt millor que Guatepeor.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La vida es un conjunto de equivocacions

La vida es un conjunto continuo de equivocaciones, pero entre ellas, de vez en cuando, es factible toparse con un acierto fuera de lugar.
A los aciertos se les pide deseos como a las estrellas fugaces. Así que cuando se te cruce uno por delante, no te aconsejo despistarte, porque cumplen los deseos más diligentemente que los alejados astros a los que es difícil ir a pedir responsabilidades.
Pero no le pidas peras al olmo. Enseguida, después de un acierto, aparece una nueva secuencia de equivocaciones que escriben con pulso firme el devenir de nuestros destinos.
Un día Joaquín Bouza se encontró con un acierto perdido y decidió compartirlo: Extraviado, decidió hacer lo que nunca hace un hombre, preguntar. La primera señora que por allí pasaba le facilitó las instrucciones claras y precisas para desplazarse desde el punto donde se encontraba a ese lugar al que decía deseaba ir.
Y fue justo en ese momento cuando Joaquín Bouza advirtió claramente la presencia de un acierto, por lo que sin dudar un momento, pasó a expresar su deseo, consciente de que se habría de cumplir:
- Señora, si no tiene nada urgente que hacer, le molestaría acompañarme hasta allí, así nos aseguramos que llego y luego podemos compartir un café.
La señora, que se llamaba Matilde, percibió claramente el brillo del acierto, por lo que decidió olvidar la diferencia de edad que le separaba del joven que tan gentilmente le interpelaba, y consintió en guiarle.
En el café, no sabemos si debido a la mala iluminación del local o a la acción deliberada del acierto, Joaquín no apreció las arrugas que cercaban los ojos de Matilde. Y ella no escuchó, quizás por lo alta que estaba la música, la bisoñez de los comentarios de Joaquín. Y decidieron ir juntos a cenar y de allí a casa de ella para satisfacer de varias formas diferentes el deseo que habían venido acumulando en varios meses de soledad.
A la mañana siguiente, una vez satisfecho el deseo, el acierto se separó de la pareja orgulloso del trabajo bien hecho y de su ahorro, al matar dos pájaros de un tiro; dejando que el normal discurrir de la vida volviese a ocupar su lugar mientras ellos caminaban calle abajo presurosos de llegar tarde a sus respectivos trabajos.
Cuando el acierto dejó la escena, la secuencia normal de equivocaciones tomó nuevamente la rienda de sus vidas, como si recuperase a dos caballos que se le habían desbocado durante un instante. Equivocación fue la siguiente cita, equivocación fue que Joaquín se mudase a casa de ella, equivocación fue que Matilde se acostará con un compañero de trabajo, equivocación que Joaquín le fuese infiel con una de sus sobrinas, equivocación fue que se separarán después de diez años de feliz e infeliz convivencia, equivocación fue que se echarán constantemente de menos y que no se llamarán por culpa del orgullo. Equivocación tras equivocación se les escapó la vida y no se dieron cuenta que la vida era una vorágine de equivocaciones y que los aciertos brillan justamente por su ausencia.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Cuentos de un Minuto, I

Minuto no se vanagloria de ser el mejor velocista de todos los tiempos. Sin esfuerzo corre, devorando los 60 segundos, mostrándoles siempre la espalda a Carl Lewis, Usain Bolt o al recordman de turno. Sabe que si quiere puede alcanzar la velocidad del sonido y cruzar la distancia en menos de un cerrar y abrir de ojos.
Pero a minuto, no siempre le gustan las prisas, sabe andar despacio, saboreando cada uno de sus pasos, como buen caminante, segundo a segundo.
A veces, minuto, se demora, se entretiene con cualquier cosa, e, incluso, se hace esperar y llega tarde. Se dilata insoportablemente, como en la sala de espera de los dentistas, o en las colas de las autopistas.
Entonces parece explicarnos que el tiempo tiene una escala geológica, para la que nosotros somos meras anécdotas.

martes, 9 de noviembre de 2010

Celebración de la ausencia.

Desde que te marchaste, me han sobrevenido todos los males.
Mi dieta se ha alterado: desayuno pasteles y croasanes,
pues se acabaron tus saludables cereales.
Ya, en tu gimnasio, no mantengo mis abdominales,
pero tomo cervezas mientras bailo en todos los festivales.
Camino desinformado y perdido,
de nuestro ordenado silencio de salón, expulsado,
porque te llevaste tu tele y todos sus canales.
Me refugio en el caótico humo de las conversaciones de los bares.
Me sorprendo persiguiendo a las mozas por los soportales.

Desde que te marchaste, he olvidado hasta los principios más fundamentales.
Y, ajeno al cambio climático,
se ha descongelado el casquete polar de nuestro lecho conyugal,
bajo las visitas de calidas borrascas borrachas y algunas tormentas tropicales.
Ahora, ya no practico nada el bridge, corazón.
Ahora sólo arriesgados juegos malabares.
Y he pasado de nuestro ordenado descanso dominical
a padecer hematomas y lesiones musculares.

Desde que te marchaste, no recuerdo ni donde quedan los puntos cardinales,
dudo más, pienso menos, y se me abren infinitas posibilidades.
Malgasto mis pensamientos en lo que definías como mis entretenimientos triviales,
Dedico mi tiempo a reír junto a los que tu llamabas esos amigotes míos tan vulgares.
Y he decidido volver la mirada al pasado solo para recordar cosas esenciales.
Por eso hoy tu nombre ha regresado a pasear por mis labios:
devuélveme ya la llave de la caja de caudales.