jueves, 15 de julio de 2010

La costra del pan

Después de amasar la harina y dejar fermentar la masa con esmero, el artesano introduce el bolo en el horno, allí dentro del infierno, a fuego lento, lamido por el cariño de las llamas se cuece el pan. Todo uno, crujiente costra protegiendo a la blanca y esponjosa miga. Duro envolviendo lo blando. Humilde manjar que ha alimentado a la humanidad y lo ha acompañado en su largo camino zigzagueante que le ha conducido hasta aquí, tan lejos. Y recuerdo como nuestras madres nos mandaban a buscar las barras recién horneadas a los hornos del barrio y como nunca llegaban estas barras intactas a casa, como en el camino desaparecía el corrusco, lo más cocido, lo más duro, habituándonos a roer. Pero ahora, nos gusta el pan de molde, blando, sólo miga, obligando a los industriales a tirar toneladas de cortezas, pura merma. Finos nos hemos vuelto.

Así, como nosotros nos comportamos, se porta la sociedad con nosotros. Nos olvidamos de lo duro. Miramos para otro lado e, incluso, con un poco de suerte nos olvidamos de su existencia latente. Merma inservible que tiramos a la basura. Miles de jóvenes que no sabemos educar y que cuando se acaba el trabajo de yunteros (peones, camineros, camareros) caen en la desesperación y en el paro. Jóvenes ignorantes que envejecen en barrios periféricos que es muy fácil de sortear si sólo paseas por la Gran Vía. Jóvenes envejecidos sin haber aprendido a escribir correctamente, a entender una ley, a exigir un recurso al que tienen derecho, a defenderse mutando en gusano a base de una nueva formación. Merma que se tira directamente a la basura. Dura corteza demasiado insulsa para nuestro paladar. Merma asumible para el sistema, que cree que puede subsistir desperdiciándonos, porque lo único precioso y preciado es la inmaculada miga. Pero despierta, observa, al contrario que con el pan de molde el volumen de lo desperdiciado es mucho, lo protegido es poco. Casi todos somos corteza, no valemos nada, podemos ser mermados. Sólo 4 se definen miga. Sólo 4 mojan.

miércoles, 7 de julio de 2010

animalferotgesabedorquehademorir

Com l’estiu,
sóc un animalferotgesabedorquehademorirenpoctemps
i cremo els dies sobre les nits,
i no dormo sense caure dormit,
i he de respondre com animal ferit,
i atacar tot el que es mou abans de morir,
i ballo en totes les revetlles,
menjo de totes les fruites,
sense marcar-me cap més fita
que la meva llum extingir.

Com el goig,
sóc un mugródenoiaal’entraral’aiguafreda,
punxant com un instant,
i duro el que la brisa freda sobre el prat cremat,
i tot en la meva ment es revoluciona,
i tot en la meva pell s’eriça,
i imagino que ballo en totes les festes,
i bec de totes les copes
sense pensar en cap més fita
que la de perdre’m,
diluir-me i deixar d’existir.

Com un nen,
sóc un àngelcaigutmaldestrealcaminar
I ric com un babau innocent.
I entremaliat,
no recordo allò que creies que m’havies ensenyat.
Rauxa efímera que segresta el teu seny,
carnaval que penetra la quaresma.
I recordo com era enlairar-me,
i sobrevolar totes les revetlles,
sense recordar més fita
que la de evaporar-me, mesclar-me
i ser lluent quan arribi la fi.
Fotografia:Lara Alegre

sábado, 3 de julio de 2010

Kalmita Berlinade

Berlín: Ciudad derruida, devastada, sin casco antiguo de postín y barrios modernos con edificios de apellido ilustre, donde, sin lugar a duda, son los edificios okupados, que encuentras en los huecos de los patios de manzana, rellenos de impulsiva creatividad, la primera atracción de la ciudad. En cualquier pared, un graffiti gritando; en cualquier espacio muerto y resucitado, un artista creando desde su soledad; en cualquier grieta, de espaldas al pensamiento único, sin sentido y sin norte, una fiesta, una cerveza…. cualquier otra cosa diferente o similar.

Berlín: Ciudad dónde nadie corre y los rostros no parecen abotargados por el estrés; donde sus ciudadanos visten como quieren, con prendas de segunda mano, que reinventan a sus nuevos propietarios, que se estiran cual lagartijas sobre el primer metro cuadrado de hierba que encuentran con el objetivo imposible de broncear sus carnes. Ciudadanos que juegan con sus hijos en los parques y te miran mal si no dejas de trabajar para mimarlos.

¿De dónde vienen? ¿por dónde han pasado? para haber aprendido que el dinero no es importante, que no sirve para nada un coche, que la moda debe permanecer cautiva en la revista, que sólo el tiempo es un tesoro, que lo importante está frente a uno, alrededor de uno, o como muy lejos, dentro de uno. Donde las obligaciones no mueven nada, y sólo una cerveza los arrastra.