lunes, 19 de octubre de 2015

Estupor del observador externo o análisis electoral

Muchas vueltas le están dando los analistas a los resultados electorales del pasado 20S y cada uno arrima el ascua a su sardina con más ahínco del habitual pues todavía no hemos acabado el vía crucis electoral de este año. Ante tal algarabía, yo también tenía que decir la mía. No me baso en un análisis concienzudo de datos y dinámicas, pero tampoco me desvía ningún interés partidario: La primera observación que se debe hacer patente en este caso es que siempre que se han sacudido las banderas, las opciones progresistas han padecido castigos o traiciones, desde las revoluciones burguesas de la década de los años 30 del S.XIX. En este caso, las izquierdas representadas por CSQEP i la CUP han mantenido a duras penas su representación en el Parlament, mientras la derecha representada por el PP i C’S ha duplicado su presencia. Y asimismo parte de lo que podía considerarse el centro izquierda catalán se subroga a los intereses de CiU olvidando, como vienen haciendo en la última legislatura, olvidando su programa social y abandonando por tanto a los humildes mientras consienten recortes. La segunda lección de los resultados, indica que como siempre que se izan y agitan trapos y banderas el electorado vota más con las entrañas que con la cabeza. Así todo el incremento de participación se ha trasladado casi directamente al sí o al no, al bueno contra el malo. De esta manera los inductores del engaño se salen con la suya y consiguen que las gentes voten en clave de referéndum lo que son unos comicios parlamentarios. Haga usted un experimento y pregunte a alguno de los votantes cual era el programa del partido al que votaron respecto a las pensiones, la educación o cualquier otra cosa y apúntese el resultado. La tercera reflexión nos permite clasificar a los votantes en dos taxonomías diferenciada en virtud de la fidelidad de su voto. Existen personas que pueden votar en cada elección a un partido o coalición diferente, o que votan en clave diferente a las generales, las autonómicas, las europeas y las municipales (esto último más comprensible). Algunas de ellas por rechazo o rebote, aplicando votos de castigo a formaciones que les han desencantado y trasladando su voto a otras formaciones que les desencantarán. Y luego existen personas, como yo, de voto cautivo que nos vemos obligados a reiterar nuestro voto a la misma formación o a sus herederas desde los 18, porque son las únicas que manifiestan que defienden o persiguen un ideario basado en la defensa de lo público o lo común, y fajándonos de los pequeños sin sabores habituales de los resultados y sus gestiones. Para finalizar comentar que a estos últimos votantes, los defensores de lo común, nos ha sorprendido la decepción pues después de una crisis tan profunda que ha abatido a tantas familias por debajo del umbral de la pobreza, que ha recortado tanto lo público y privatizado tanto lo de todos; después de todas las mareas y manifestaciones en defensa de la educación, la sanidad, las prestaciones sociales, las ayudas a la dependencia por las que hemos paseado, cuando nos recontamos seguimos siendo más o menos los mismo que éramos cuando cumplí los 18, hace tantos años. Pocos e insuficientes para cambiar las leyes injustas, para garantizar presupuestos que eviten la penuria de los centros públicos. Pocos pero constantes.