jueves, 23 de octubre de 2008

Torpes malabares

No puedo correr, no sé. Torpe como soy: Si corro, me tropiezo. Si corro, pierdo las cosas. Esas cosas tan delicadas que recojo, que tomo en mis manos. Esas cosas que requieren cuidados, que reclaman atenciones.
Con suerte en medio de la carrera, respiro, pienso: Necesito pararme. Darle tiempo al tiempo. Darle cuerda a mi cuerpo extenuado.
En mis manos tan pequeñas caben tan pocas cosas, que cuando ambiciono albergar varías al mismo tiempo, no puedo, no caben. Debo lanzarlas al aire, como si me quemaran, como si hiciera malabares, en tan inestable equilibrio.
Pero no tengo destreza, no sé. Torpe como soy: Si lo intento, me trastabillo. Si lo intento, las cosas que recojo en mi camino caen al suelo e incluso, a veces, alguna se hace añicos.
Pero es imposible no correr. Es impensable no recoger los hallazgos que nos ofrece el camino. Es necesario ser un buen malabarista, me advierten, incluso a veces un trilero. Y yo que soy torpe, os advierto: que aunque quiera abarcar mucho, nunca os será suficiente.
Es un carrera perdida, es un equilibrio imposible, pero al final, bañado en sudor, extenuado, en medio del estropicio, nuevamente sonrío, por otra vez haberlo intentado, por no rendirme ante lo imposible.

domingo, 19 de octubre de 2008

A todos ellos, de Princesa Inca


Te he descubierto Princesa, sin querer, arrastrando el domingo en las páginas del país. Me despertaron tus palabras, que ahora sé donde buscarlas, para cuando sea menester transcribirlas, copiarlas, contarlas, usarlas...
A todos ellos,
A los que se quedaron dormidos en el nunca,
a los que sueñan sus verdades y se las niegan,
a los que tienen mucho miedo,
y lloran por cualquier cosay se ocultan la cara de vergüenza.
A los tímidos, a los solos, a los raros,
a los que dudan y dudan y les llaman inmaduros, débiles.
A los que duermen en la fría cama del psiquiátrico,
a las madres que cogen la mano de su hijo ingresado,
os digo que no nos vendan verdades,
que la verdad no existe,
la verdad y la razón son creaciones del hombre
para doler, para medir.

Hay que luchar contra el silencio,
y la ignorancia, no somos enfermos.
Quién tiene la verdad absoluta, la realidad absoluta,
que la muestre, que la enseñe si puede,
es mentira, mentira, no existe.
A los que llevan cicatrices de haberse rajado las venas,
a los que consiguieron no rajárselas,
a los que les paraliza la angustia,
les paraliza para ser, amar, soñar,
a los que llaman vagos, idiotas, locos, débiles.
No escuchéis la voz de los que viven solo para tener
A los que, la ansiedad, les hace fumar dos paquetes diarios,
a los que no son sociables, ni aptos, ni lúcidos,
ni extrovertidos, ni empáticos, ni asertivos, ni normales,
a los que nunca superaran un test psicotécnico,
a los que llevan medicación en el bolso y el monedero vacío,
a los que ahora están atados a una cama y no nos oyen,
a los psiquiatras que abrazan a sus pacientes
y pidieron alguna vez consejo a un esquizofrénico,
A los que tenemos certificado de disminución
y leemos a Lorca y a Nietszche y lo que haga falta,
a los que no soportaron el túnel y se fueron para siempre,
a los que atravesamos cada día el túnel
agarrados aunque sea a las paredes negras,
a todos los que saben o quieren escucharnos,
y no se fían sólo de los manuales, libros, tesis,
estudios y estadísticas,
a los psicólogos que dan besos,
A los que hemos pasado ya el infierno y el cielo
y no queremos volver nunca más allí.
A los que roban dolor y devuelven sonrisas, dice Sabina.
Y sobretodo
a todas esas pupilas dilatadas de tanta químicaque miran aturdidas y absortas
pero tienen la luz más hermosa
"Que no existe la locura sino gente que sueña despierta"

martes, 7 de octubre de 2008

Esteremos muertos toda la eternidad

En pleno otoño caen como hojas todos los bancos donde nos esconden su dinero. Nuevo lunes negro. Y aparecen en todos los altares los mentirosos llamando a la tranquilidad. Dicen que nada ha cambiado. Nos convencen por la tele de que todo sigue igual, de que vale la pena defender sus cuentas, de que nos vayamos pronto a la cama para descansar y mañana bien temprano a trabajar. Pero miro mis bolsillos vacíos y sonrío. Pues no tengo nada. Nada que perder.
Es la bolsa la que gira. Es la bolsa la que cae. Yo mantengo firme la posición, que las noches de crisis siempre fueron frías, sólo necesito tu calor. Y desde lejos, nos llaman a apretarse el cinturón, ¿te suena la canción? Pero a mi que más me da que se desmoroné el Ibex, el Nikei o el Down Jones, si yo sé donde invertir mi tiempo, donde mover el cuerpo. Ahora estoy preparado, pues soy un copiloto con un master en caídas y cuento con expertos capaces de cagarla y reírse en el intento. Y cuento con tu mirada y con sus sonrisas. Y me río de sus nervios, porque son sus equilibrios y mentiras las que caen. Que mis sueños y tu sueños no se han roto, porque estamos aquí juntos. Estamos vivos, del bando de los vivos, de los que caminan y tropiezan al andar. Somos únicos, como el amanecer, como los copos, como el placer. Y sin prisas, tal vez mañana, debemos ponernos a correr, sacudirnos el polvo y las anclas que nos apartan del camino, porque el tiempo no se para, porque nos quedan cuatro días, porque somos lo único que importa. Y somos lo importante, somos los días que nos quedan, mirarnos a la cara, entregar el cuerpo y alma. Dale gas. Dejarnos la piel en el intento, comerte cada día, no guardar fuerzas por si acaso, no dejarnos nada, porque dentro de un momento, dentro de unos días, desapareceremos todos, calzando una sonrisa, y luego de nosotros llegarán muchos más, ocuparán nuestras casas y, como nosotros, se enamorarán. Gracias a nosotros, que seremos su ejemplo, se enamoraran. Y sobreviviremos, si les dejamos algo. No nos menospreciemos, pues los que vengan detrás contaran como vivimos todos los lunes como si fueran festivos, como al irnos no nos llevamos nada, los bolsillos vacíos, los corazones desgastados. Atrévete mi niña y dale gas. Ahora hay tiempo. Luego, estaremos muertos toda la eternidad.
Parafraseando a Facto de la Fe y las Flores Azules