domingo, 16 de septiembre de 2012

la llum mandrosa

Entre els dies laborables que em deixo embrutar,
amb preses, angoixes, tensions i rutines,
en mig de l’anar i venir sense sentir,
de la dedicació cega a allò més prescindible,
de nedar sacsejat en mig del remoli de les obligacions,
que em lliguen, em paralitzen i em desmembren,
al ben mig de l’angoixa per arribar sà i estalvi a fi de mes,
de tant en tant,
i, només, de tant en tant,
just a primera hora del matí,
giro el cap i m’adono que la llum segueix allí,
brillant,
sobre el desordre dels llençols del meu llit.
 
Somrient mandrosa,
Indicant-me el camí,
accentuant la importància d’allò petit que ens dóna sentit
el joc,
el riure,
el foc,
el viure.

martes, 11 de septiembre de 2012

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Niños de la cuesta arriba

Como alienígenas recién llegados, con sus ojos abiertos como platos, miran, pero no entienden nada de lo que está pasando, y al tiempo todo les parece la mar de normal, pues no tienen donde comparar.
Flexibles como juncos, se hacen a los NO con que les responden sus padres (como antaño) a sus incasables demandas de una chuche más desde sus bolsillos vueltos.
Los niños chicos se hacen transparentes, gaseosos, silenciosos y caminan como pequeños espectros evitando los nervios, las crisis, los enfados de sus progenitores que sobreviven en el alambre, estirando los euros, apretando los dientes, cerrando los puños.
Los niños chicos se hacen a vivir hacinados compartiendo una única habitación con toda la familia e, incluso, encuentran en este tumulto atávico que tiene algo de gruta tribal ventaja de proximidad, hasta que escuchas sorprendidos los relatos de sus compañeros sobre sus propios cuartos como se si tratase de territorios mitológicos.
A lo que no terminan de hacerse los niños chicos es al hambre, a los días en que los vienen a despertar tarde para descuidar el desayuno, al plato tristemente lleno de patatas transparentes, a la cena testimonial y recortada. Por lo que, durante todo el verano, recuerdan con añoranza de jugo gástrico desatado los menús escolares a base de macarrones, palitos de merluza y manzana Golden, pues ignoran que han perdido para el próximo curso la beca de comedor y deberán esquivar los meses con quijotesca hidalguía de rocín flaco.
Los niños chicos no saben por donde amanecerá mañana, pero sueñan todas las noches con una sonrisa bailando en la cara de sus siempre preocupados papás.