jueves, 28 de diciembre de 2017

Nadala 2018

Como es buena costumbre, justo antes de que este año se autodestruya por agotamiento, protejo, casi de milagro, cinco minutos de las vertiginosas prisas para ensoñar con ilusión renovada y ensamblar con piezas usadas un buen montón de buenos deseos para que se nos hagan realidad durante el próximo Año Nuevo que está a punto de comenzar.

Deseos perennes, siempre bien recordados: Paz, amor, solidaridad, alegría y rauxa. Y otros horneados hoy mismo y:

Que nos duela el dolor ajeno y sólo deseemos bienes a terceros,
que comprendamos los motivos del otro, aunque no los compartamos,
que defendamos derechos ajenos para recibir brazos abiertos,
que no seamos inmunes a la injusticia aunque no nos rocen sus fauces.

Que los éxodos acaben en felices retornos y dichosos reencuentros,
y, en el mientras tanto, sepamos acoger cálidamente a los desplazados,
y gritar por los represaliados.

Que lo viejo no delimite nuestros sueños,
que, como niños, saquemos la lengua a quienes nos digan que esto siempre se hizo así y punto,
para inventar nuevos caminos, nuevos sueños, nuevos nuevos.

Que nadie se quede atrás,
que todo el mundo tenga tiempo para estar tumbado, cazando moscas, sin apremios,
tiempo para recordar el pasado, idear el futuro, vivir el presente y llenarlo de cosas sencillas.

Y que el cansancio haya valido la pena,
y que las pausas ganen la partida a las prisas,
y que los sueños sean de alto recorrido,
y que nos dejemos el cuerpo y el alma por los rincones,

Y,y,y… que en el camino nos sorprendan los abrazos,
se nos crucen las sorpresas,
nos impacten los besos
nos meza el viento,

Feliz año nuevo.