martes, 31 de agosto de 2010

Aborreced el pasado

Finalizadas las vacaciones, nos lamentamos durante largos días de la pérdida de nuestros deleites. Agotado el romance, nos arrastramos por el barro de la autoconmiseración durante semanas ante el injusto cierre patronal del cielo prometido. Nos aferramos al pasado. Esa naturaleza muerta que ya nunca podremos visitar. Pero recordemos que el pasado ya no es nuestro negocio, porque ya no podremos sobre él actuar. Borges ya nos lo advirtió: hasta Dios es impotente respecto al pasada, ya que ni siquiera Él puede modificarlo.
Despreocupémonos, pues, del pasado. Lo que nos interesa es ese presente que malgastamos en la melancolía, la rememoración y el recuerdo, mientras inundamos de baldías lágrimas las inocentes esquinas. Y, sobre todo, preparémonos para el futuro mejor.
Despreocupémonos del pasado del que hemos sido expulsados, porque éste nos posee. Pues de sus lodos estamos hechos. Con sus aciertos, con sus errores estamos tejidos. De sus lecciones, de nuestras reacciones bebemos. De lo olvidado, aprendemos. Pues sólo somos el relato de lo pasado, lo que del contamos y lo que del obviamos. Fruto del pasado, aferrémonos al fugaz presente, preparémonos para domar al indómito condicional hacia el futuro mejor.
Vivamos el presente, ahora, instintivamente, automáticamente, con alegría, con hambre, para cambiar nuestro futuro por sólo un instante, justo antes que se vuelva pasado y sea pétreo, fósil e inamovible, mientras las hojas permanecen en los árboles y las sorpresas en vilo. Salerosos, sin mirar atrás.

jueves, 26 de agosto de 2010

Os cargaré sobre mis hombros

Si hace falta, cargaré sobre mis hombros la pesada bola del sol hasta conseguir un nuevo amanecer y empujaré con una palanca hasta hacer girar un día más a esta cansada tierra.
Si me obligáis, pintaré ojos de colores inusitados sobre vuestros parpados cerrados y esculpiré amplias sonrisas en vuestros fruncidos labios. Y si continuáis mudos, os recitaré afiladas palabras, revolucionarias palabras a gritos, mi boca bien pegada a vuestras orejas tapiadas.
Si vuestro olvido me provoca, derramaré sobre vuestros cerebros sin actividad viejas buenas ideas abandonadas sobre la bondad, la alegría, el amor y los juegos. Si aún así continuáis caminando arrastrando los pies, balanceándoos como zombies, os obligaré a enamoraos padeciendo mil mariposas en vuestros estómagos contentos e enchiré de deseo vuestros flácidos sexos.
Si aún así, seguís inermes, no me dejaréis otra que recoged vuestros sueños rotos, vuestros sueños olvidados, vuestras ilusiones traicionadas, vuestras esperanzas perdidas y, con todo su polvo acumulado, os las haré tragar.
Pero sólo hay algo que es bien seguro, no os permitiré mirar con astío al futuro, con desdén al presente, con aburrimiento al pasado. No os permitiré traicionar a los monos, ni a vuestros antepasados. Os cogeré de la nuca y os haré mirar de frente, a los ojos, a cada uno de los colores, a cada uno de los matices, a ver si de una vez por todas reconocéis vuestra suerte: Estar aquí, ahora. Que aún os dejemos estar entre nosotros, los que aún estamos vivos, reímos y bailamos.
Fotografía: Joey L