domingo, 29 de junio de 2008

Final de curso

Llegar hasta aquí, por este camino.
Justo hasta este punto concreto, girando aquellas esquinas, cobrándome este tiempo.
Ni ha sido fácil, ni ha sido difícil.
No es un logro. No tiene más mérito. Ha sido mi vida.
Ni buena, ni mala. Difícil sería juzgarlo, por ser la única que he vivido.
Y no cuento los años pasados, ni las medallas colgadas, ni los fracasos.
Sólo puedo ver que he llegado hasta aquí,
firme sobre mis zapatos,
con la mirada aún pura como la estrené,
con la lágrima fácil y las manos inquietas,
con el corazón hambriento y la sonrisa presta,
con el ánimo... con el ánimo hoy tranquilo.
Y con las cicatrices cosechadas, ahora tejo las historias que te entretienen y calientan las veladas.
Funambulista, me mezo sin miedo sobre el abismo que nos une.
Mirando atrás, cuando es necesario coger fuerzas, recordar de donde vengo, veros a todos vosotros, tomar impulso.
Mirando alrededor de continuo, para meter presente en mis venas.
Mirando abajo para sentir el vértigo todos los días.
Pero siempre con la mirada clavada en la pequeña utopía que me enseño a caminar y que aún persigo, ¿quién sabe donde me llevará?
Hoy, ahora, una frontera más, un nuevo mojón kilométrico queda atrás. Más polvo del camino manchando mis pulmones. Más vida devorada. Y aún tanto hambre.
No sé lo que hice. No llevo la cuenta. No he hecho nada. Y, presiento hoy, que aún me queda tanto por hacer. Que no se cierra el camino a mis ganas de caminar.
Dejad, que ahora que no véis, levante la copa a mi salud.

sábado, 21 de junio de 2008

Se hacia donde camina el verano

Sé hacia donde camina el verano. Ahora conozco el secreto. He escuchado donde acariciarán más dulce los rayos de sol la piel, en que lugar se extenderán más perezosos los días, de que terrazas no querrán marchar los amigos mientras duré la fresca.
Donde estarán las noches más cortas, donde las playas vacías con el agua más fresca, donde sumergirme entre los peces contigo. En que paredes rebotarán nuestras carcajadas. De que árboles colgarán los limones que saciarán nuestra sed. Sé en que esquina del paisaje revolotea la brisa que despeinará tu melena. En que claro del bosque cantan las canciones que necesito escuchar. Sé donde el sol no se pone, donde no se enfría.
Ahora sé hacia donde camina el verano, porque senderos baja, que esquinas tuerce, hacia donde se mueve, donde piensa pasar sus próximas noches, por donde se aleja.
Sé hacia donde camina el verano y corro tras él, para que le dé tiempo a tostar mi piel o a calentar mi ser, para que no se acabe la fiesta, y por donde paso, más gente corren tras él.
Fotografía: Ryan McGinley

domingo, 15 de junio de 2008

Tu vida en 10 km

La Northeastern University de Boston ha cartografiado los movimientos que realizan diariamente 100.000 personas usuarios de teléfonos móviles que fueron seleccionados al azar entre una muestra de más de seis millones de personas. Cada vez que realizaban una llamada se localizó su posición, y tras seis meses de seguimiento, pudieron dibujar las pautas de movimiento de cada una de ellas.
(http://movilidadyurbanismo.blogspot.com/)
Los resultados de la investigación quizás te parezcan sorprendentes: A pesar de que el mundo se hace más pequeño cada día, a pesar de la globalización, a pesar de las ansias de viajar de todos los humanos, las personas tienen vidas diarias sencillas, un territorio finito y recorren los mismos sitios una y otra vez, sin salir, en la mayoría de los casos, de un área aproximada de 10 kilómetros. Incluso en las metrópolis llenas de commuters, como Chicago, no nos escapamos de la escala humana. Aunque nos consideremos ciudadanos del mundo y exijamos, como yo, una única nacionalidad planetaria, nuestro viejo barrio es chiquito.
Quizás nos podríamos quitar la máscara, dejar de aparentar ejecutivos agresivos, pasar de hablar siempre de los viajes que ocupan un uno por ciento de nuestra vida. O quizás podriamos abandonar el coche y desplazarnos de un lado a otro en bici; es posible que en el día nos diera tiempo para hacer menos cosas, no llegaríamos a todos los lugares, pero quien quiere tener la agenda saturada de compromisos para la empresa, quizás ganaríamos el camino, tiempo propio y la escala humana. Ahora vuelvo a saber que el meu país és tan petit; que mi vida abarca tan sólo 10 km a la redonda, pero, si por equivocación, entras en ellos llegaré hasta ti.

jueves, 12 de junio de 2008

Lo queremos todo...Ahora! de Accidents Polipoètics

Lo queremos todo...
¡Ahora!
Queremos la luna. Y un camión de perdices. Y casas con piscina. Y un jamón. Y un mueble-bar abarrotado. Y un cocodrilo que diga pío en tres idiomas. Y que nos caiga bien el traje. Y tener siempre razón, y que nadie nos discuta. Y sueños que se cumplan y boletos con premio. Y compañía agradable en la ducha y fuera de la ducha.
Y lo queremos todo…
¡Ahora!
Que dure todo el tiempo la alegría, como una eterna mañana de Reyes. Y que esté todo envuelto en celofán de vivos colores y cintas azules. Queremos que nos canten y nos bailen; que nos cuiden y nos mezan. Queremos que nos quieran en todas partes, hasta que escueza. Puestas de sol de las de película. Y vacaciones caras. Y orquesta.
Y lo queremos todo…
¡Ahora!
Sin costes adicionales ni letra pequeña, ni firmas ilegibles en las esquinas. Sin seguros de vida ni sucursales. Ni cadenas humanas por la paz o por la guerra. Ni gestos de foto. Ni planes quinquenales. Ni generosas ayudas del gobierno. Y no queremos un poco, ni un anticipo, ni un tanto por ciento. Ni la entrada hoy y el resto en cómodos plazos. Ni llámame mañana. Ni luego ya veremos. No tenemos paciencia, ni falta que nos hace. Ni luego volveremos.
Porque lo queremos todo…
¡Ahora!
Y no tenemos ganas, ni tiempo, ni energía, ni fuerzas, ni maldita la gracia que nos hace que nos digan, que hay que estudiarlo, que igual mañana, que son dos días. Que quizás eso lo saben en otra ventanilla. Que para ganar hay que jugar. Y a quien madruga, Dios le ayuda. ¡Y tú madrugas, y Dios sigue durmiendo hasta entrado el mediodía! Así pues, lo hemos decidido.
Y lo queremos todo…
¡Ahora!

martes, 10 de junio de 2008

Limitaciones de vocabulario


Los inuits distinguen entre más de cien clases diferentes de nieve y tienen un nombre distinto para cada una de ellas. Cuando todo a tu alrededor está helado, prestar atención, fijarse en los detalles, distinguir entre las pequeñas diferencias es la única manera de trazar un camino, un mapa en el hielo. Cuándo no hay otras señales es vital conocer el nombre de los distintos tipos de nieve, porque permite explicarle al otro el camino a seguir para llegar hasta ti, donde girar, que atravesar, por donde pasar; porque permite seguir las instrucciones recibidas para llegar hasta allí, donde está él, sin perderte en la inmensidad de la nada helada.
Es extraño, muy extraño, que no tengamos docenas de palabras diferentes para explicar el amor que sentimos. Cuándo hay tantos matices entre el que sentimos una vez, ayer, por ejemplo, y el que sentimos ahora. Hablo de amor, no de amistad ni de cariño.
El diccionario me da sólo los siguientes sinónimos: amar, querer, adorar, apasionarse, y yo descarto, de entre los servidos por la real academia, encariñarse, interesarse, apegarse, porque esas son otras cosas.
Me parecen muy pocas palabras para explicar lo que siento. Pocas palabras. Palabras en desuso, mal utilizadas o poco empleadas. Nos da alergia hablar del amor. Quizás todos nuestros problemas vengan por la falta de vocabulario, por nuestra mudez, por nuestra afonía. No es qué no sepa explicar siento, es que no tengo las herramientas necesarias, no tengo las palabras adecuadas. Cuanto mejor sería tener una palabra para el deseo que nos arrebata pero no nos alimenta la tranquilidad, para el amor que vemos que durará el tiempo en que estalla un cohete y nos abrasa con su luz, para el amor diesel que calienta la sangre muy poco a poco pero que rellena las tardes...
Quizás esta ausencia de vocabulario no es más que la justificación de la poesía, de la novela, de mi vida. ¿Por qué no puedo mirarte y decirte cosas precisas que expliquen los sentimientos que bullen en mi? ¿Por qué aún no te conozco? tan parca en palabras

lunes, 9 de junio de 2008

Bicicletas combativas

Como siempre me muevo perseguido por la prisa y despistado, así que no debe de sorprender que al intentar cruzar ensimismado la calle me sorprendiera un pelotón de ciclistas cruzando delante de mi, a un palmo de mis narices y totalmente desnudos. Poco habitual, pensé. Y al observarlos dos veces, pude averiguar que protestaban, se manifestaban por una ciudad más amable, más lenta, más tranquila, donde los todopoderosos automóviles respecten a los frágiles ciclistas: Nos desnudamos para hacernos visibles, decían. Porque nuestro cuerpo está en peligro todos los días.
Debo dar las gracias a mis intrépidos compañeros. Por su temeridad, por su incómoda protesta: Cualquiera puede imaginar que ir en bicicleta desnudo es incomodísimo, un sacrificio, un gesto doloroso de protesta. Minoritario era el pelotón, contaba sólo con los más concienciados. Yo no estaba entre ellos. No me había enterado, a pesar de que circulo todos los días por la ciudad en bicicleta, aunque un poco más arropado, más vestido: mucho en invierno, poco y sudando en verano.
Debo darles las gracias a los valientes compañeros, por arrancarme una sonrisa en medio de mis prisas. Gracias, porque de repente, atravesando la urbe contaminada, el duro hormigón, aparecieron gráciles vuestros cuerpos desnudos y mudaron el espacio, para bañarlo de piel, humanidad y color. Pareció, por un instante, que era posible una ciudad mejor.

martes, 3 de junio de 2008

Celebración de las musarañas

Después de tanta lluvia y tanto frío, por fin en Barcelona luce el Sol. Hace calor, mucho calor, los bichos asoman de sus agujeros y dan volteretas por los rincones. Me vuelven a picar los mosquitos, me marean los moscones. Dame más vida, ponme más repelente.
Por San Muchomucho Que calor! Que sofoco! Enciende el ventilador, entra conmigo en el túnel del viento, antes que la cucaracha ya no pueda caminar. Ya vuelve a cantar la cigarra cosas sobre la Parrala sí, la parrala no; i el cargol li posa les banyes a la caracola, que flojito me susurra el mar.
Sudo a goterones, en el sur indundaciones. Se levanta la alerta de sequía, abro la ducha fría y nadan los bichos en los charcos que dejo por el suelo, practicando con su mariposa. Mucho, mucho calor, me oxido, me deshidrato, ven, por favor, a darme de beber un rato, que sólo los besos sacian mi sed de hambriento.
Para olvidarme de ti, que sofoco, le ato a los bichos el nudo de los zapatos, le busco de nuevo los tres pies a mi gato, recojo la sartén por el mango. Todo y nada para pasar el rato. Hilo disparates, respiro en lo hondo, sacudo la lana de mi colchón, cuento hasta cien, bronceo mi piel, agarro por los cuernos a los bichos que me miran raro y, te lo juro, el 40 de mayo quemo mi sayo. Que a la vuelta de la esquina asoma su dorada melena la luz del verano.