martes, 9 de noviembre de 2010

Celebración de la ausencia.

Desde que te marchaste, me han sobrevenido todos los males.
Mi dieta se ha alterado: desayuno pasteles y croasanes,
pues se acabaron tus saludables cereales.
Ya, en tu gimnasio, no mantengo mis abdominales,
pero tomo cervezas mientras bailo en todos los festivales.
Camino desinformado y perdido,
de nuestro ordenado silencio de salón, expulsado,
porque te llevaste tu tele y todos sus canales.
Me refugio en el caótico humo de las conversaciones de los bares.
Me sorprendo persiguiendo a las mozas por los soportales.

Desde que te marchaste, he olvidado hasta los principios más fundamentales.
Y, ajeno al cambio climático,
se ha descongelado el casquete polar de nuestro lecho conyugal,
bajo las visitas de calidas borrascas borrachas y algunas tormentas tropicales.
Ahora, ya no practico nada el bridge, corazón.
Ahora sólo arriesgados juegos malabares.
Y he pasado de nuestro ordenado descanso dominical
a padecer hematomas y lesiones musculares.

Desde que te marchaste, no recuerdo ni donde quedan los puntos cardinales,
dudo más, pienso menos, y se me abren infinitas posibilidades.
Malgasto mis pensamientos en lo que definías como mis entretenimientos triviales,
Dedico mi tiempo a reír junto a los que tu llamabas esos amigotes míos tan vulgares.
Y he decidido volver la mirada al pasado solo para recordar cosas esenciales.
Por eso hoy tu nombre ha regresado a pasear por mis labios:
devuélveme ya la llave de la caja de caudales.

No hay comentarios: