sábado, 20 de noviembre de 2010

La vida es un conjunto de equivocacions

La vida es un conjunto continuo de equivocaciones, pero entre ellas, de vez en cuando, es factible toparse con un acierto fuera de lugar.
A los aciertos se les pide deseos como a las estrellas fugaces. Así que cuando se te cruce uno por delante, no te aconsejo despistarte, porque cumplen los deseos más diligentemente que los alejados astros a los que es difícil ir a pedir responsabilidades.
Pero no le pidas peras al olmo. Enseguida, después de un acierto, aparece una nueva secuencia de equivocaciones que escriben con pulso firme el devenir de nuestros destinos.
Un día Joaquín Bouza se encontró con un acierto perdido y decidió compartirlo: Extraviado, decidió hacer lo que nunca hace un hombre, preguntar. La primera señora que por allí pasaba le facilitó las instrucciones claras y precisas para desplazarse desde el punto donde se encontraba a ese lugar al que decía deseaba ir.
Y fue justo en ese momento cuando Joaquín Bouza advirtió claramente la presencia de un acierto, por lo que sin dudar un momento, pasó a expresar su deseo, consciente de que se habría de cumplir:
- Señora, si no tiene nada urgente que hacer, le molestaría acompañarme hasta allí, así nos aseguramos que llego y luego podemos compartir un café.
La señora, que se llamaba Matilde, percibió claramente el brillo del acierto, por lo que decidió olvidar la diferencia de edad que le separaba del joven que tan gentilmente le interpelaba, y consintió en guiarle.
En el café, no sabemos si debido a la mala iluminación del local o a la acción deliberada del acierto, Joaquín no apreció las arrugas que cercaban los ojos de Matilde. Y ella no escuchó, quizás por lo alta que estaba la música, la bisoñez de los comentarios de Joaquín. Y decidieron ir juntos a cenar y de allí a casa de ella para satisfacer de varias formas diferentes el deseo que habían venido acumulando en varios meses de soledad.
A la mañana siguiente, una vez satisfecho el deseo, el acierto se separó de la pareja orgulloso del trabajo bien hecho y de su ahorro, al matar dos pájaros de un tiro; dejando que el normal discurrir de la vida volviese a ocupar su lugar mientras ellos caminaban calle abajo presurosos de llegar tarde a sus respectivos trabajos.
Cuando el acierto dejó la escena, la secuencia normal de equivocaciones tomó nuevamente la rienda de sus vidas, como si recuperase a dos caballos que se le habían desbocado durante un instante. Equivocación fue la siguiente cita, equivocación fue que Joaquín se mudase a casa de ella, equivocación fue que Matilde se acostará con un compañero de trabajo, equivocación que Joaquín le fuese infiel con una de sus sobrinas, equivocación fue que se separarán después de diez años de feliz e infeliz convivencia, equivocación fue que se echarán constantemente de menos y que no se llamarán por culpa del orgullo. Equivocación tras equivocación se les escapó la vida y no se dieron cuenta que la vida era una vorágine de equivocaciones y que los aciertos brillan justamente por su ausencia.

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