jueves, 16 de diciembre de 2010

Celebración del olvido y la inconsciencia

Bendito el olvido. Bendita la desmemoria humana que no nos recuerda que todo lo que empieza tiene por fuerza, o a la fuerza, que acabar. Que todos nuestros principios tienen el mismo fin. Que todos nuestros esfuerzos acabarán en polvo, o hechos polvo. Bendito y sedante olvido, que con su lengua de días va lamiendo nuestras heridas hasta cerrar la más sangrienta de las llagas. Ahora que arden, ahora que escuecen vivos los arañazos de tu desamor, toda la memoria de tus vivos recuerdos, en este pozo de cegadora evidencia donde ni tan siquiera se entrevé el fondo, solo veo una esperanza: sé que me espera el más oscuro de mis olvidos.

Bendita inconsciencia. Bendita desmemoria que me permitirá con el tiempo instalarme, otra vez, de nuevo, en la rampa de salida. Retomar presto la carrera, correr alegre sin ningún destino fijo, para tropezar, nuevamente, con la misma piedra. Que todos nuestros principios tienen el mismo fin. Que todos nuestros esfuerzos acabaran en polvo, o hechos polvo. Pero más pronto o más tarde, volveré a escuchar la música y bailaré, porqué, ¡bendito olvido!, soy humano, soy alegre, estoy hecho para bailar y no para recordar. Todo un inconsciente. Gracias al olvido.

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