El hambre haciéndose grande, el hambre llegando a todos los rincones, el hambre enseñándonos los dientes, el hambre tranquila esperando nuevos tiernos clientes. El miedo al hambre, el hambre persiguiéndonos a todos y devorando a los más débiles. El hambre riendo ante nuestros propios dientes. El hambre muerto de risa. El hambre desnudándonos de humanidad. El hambre frente al hombre.
Los perros: Bajo el sol de injusticia, los perros gruñen. Encadenados o
no, enseñan sus dientes sudorosos, amedrentan a los huérfanos. Tanto da sean perros
adiestrados o salvajes perros, todos ordenan el tráfico y alinean a todos junto
al paredón.
Burócratas creyentes que deciden recortar el acceso a la
salud, encarecer los medicamentos y productos de primera necesidad. Policías
bien pertrechados que golpean adolescentes y ancianitas que podrías ser de su
propia familia porque protestan ante tanta sinrazón. Políticos maniatados que
eligen recortar las pensiones de los más vulnerables, la financiación de los
hospitales, la dotación de las escuelas, la cultura. Especuladores. Desaprensivos
que sacan benefició en el río revuelto. Banqueros refinanciando muertos,
exprimiendo pobres, desahuciando miedos. Mercados esponjosos y babeantes
succionando toda riqueza, secando la vida de sobre nuestras pieles. Perros bien adiestrados de afilados dientes. Perros que muerden ciegamente a diestro y siniestros por menos de una palmadita en la espalda. Perros condicionados sin conocer a Paulov. Tan solo perros.
Perros vocacionales nacidos hombres. Unos pocos perros hechos por el hambre. Muchos perros hechos a si mismos, encerrados en una ciega carrera de galgos donde hace tanto tiempo que desapareció la liebre.
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