En ese momento, pensé que la gestión de los recursos del
mar, a pesar de ser pésima, era mucho mejor que la de los recursos humanos de
estos días: Los peatones, como los mares, están siendo sobreexplotados y muchos
ya están agotados y no van a poder aguantar con vida hasta la salida de la
crisis, para ellos no hay luz al final de un túnel que se sitúa más allá de
esta década. Pero los patronos, sordos a los avisos de los ecólogos, a pesar de
la elevada tasa de desempleo, o del número de ahorradores estafados con las
preferentes o de los arruinados con las hipotecas, o del número creciente de
familias en situación de pobreza o exclusión social, no levantan el píe del
acelerador y siguen con sus malas artes de arrastre destrozando hasta el fondo
a ver que pueden sacar. Mirad Chipre rodeada toda por el mar.
Y en estas aguas revueltas, al 1% que lleva el timón
todavía nadie se ha atrevido a proponerle que cese de tirar por la borda las
especies no económicamente provechosas: los viejos, los dependientes, los
parados, los poco formados convertidos en pasto para las gaviotas voladoras, no
otra cosa que buitres de mar.
Marineros de agua dulce, salvemos nuestros fondos, vaciemos
sus bodegas, si no queremos ver como la esperanza de vida del peatón común cae
espectacularmente los próximos años.
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