martes, 24 de marzo de 2015

El menudeo y la agencia tributaria

Estos días en los papeles se publican a bombo y platillo todas las operaciones que impulsa el ministro Montoro para buscar calderilla entre los cojines del sofá y así financiar las arcas públicas. En su impulso al menudeo en la inspección fiscal, el ministro del ramo está dedicando el tiempo de nuestro desnutrido cuerpo de inspectores fiscales (con una ratio por mil habitantes muy por debajo de la media europea) a controlar: las ayudas a familias numerosas y discapacidades, la correcta fiscalidad de los pensionistas que reciben pensiones complementarias de países terceros, la fiscalidad de los apartamentos o habitaciones turísticas ofertadas por internet, entre otros supuestos.
Y mientras se dedica a buscar migas de pan con las que rellenar el granero público y alimentar las necesidades del estado, renuncia, por temor a molestar a los dueños del cortijo, entre otras posibilidades, a:
1. comprobar la veracidad de los datos de los impositores en las SICAV donde es vox populis que la mayoría son testaferros utilizados por los reales propietarios del dinero para tributar menos.
2. perseguir la ingeniería fiscal de las empresas multinacionales que transfieren beneficios multimillonarios a otras empresas de su grupo para eludir su tributación en este país.
3. estirar del hilo de la publicitada lista Falciani.
4. exonerar de impuestos a las donaciones que los particulares personas de buen corazón realizan a los partidos políticos sean de la cuantía que sean, como las madres, sin esperar nada a cambio por su esfuerzo.
5. o amnistía a los presuntos evasores fiscales que gentilmente repatrían sus capitales.
Pero lo que más indigna, es que el ministro más chulo que un ocho, que utiliza la amenaza de la información privilegiada que le da su cargo para amedrentar en sus réplicas a todos los colectivos que le critican de tener entre sus filas grandes evasores fiscales (miembros de la farándula, deportistas, medios de comunicación, etc.) se convierte en el adalid de la puerta giratoria al volver a salir a la palestra las actividades y forma de lucrarse de los Montoro Boys, un bufete de asesores formado por altos cargos del Ministerio de Hacienda y la Agencia Tributaria renegados, que se benefician de contratos gracias a su formación privilegiada y a la sombra del Ministro que les cobija; quien también recluta de entre sus trabajadores a los altos cargos de su gabinete para que todo se quede en casa.
Un primor de ministro.

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