domingo, 20 de junio de 2010

Sin más

Llegas y detienes el tiempo. Subrepticiamente, levantas diques para separarnos del devenir, y la vida se estanca. Flota en medio de tu deriva mi lecho, como una isla. Profundo océano de aguas calmas, de aguas cálidas, que se extiende bajo un intenso cielo azul, sin señales de un horizonte próximo, donde la costa ni se imagina.

En la bajamar mi cuerpo como seco arrecife te aguarda, como molusco hambriento te espera. Naufrago sediento aguarda tu retorno a su orilla. Hasta que, sin más, tus tropas desembarcan en mi playa, toman posiciones, borran antiguas huellas y mensajes escritos en la arena, refrescan mis pies, despiertan mis tentáculos, se filtran por las grietas de las rocas, sumergen mis defensas, remolinan mis cabellos.

Y en la pleamar soporto tus envites, tus olas me erosionan, tu espuma se seca sobre mi piel grabando tatuajes efímeros de significado encriptado.

Flujo y reflujo. Constante y continuo.

Y tras el temporal, tu calma. Tus aguas arrastran hasta mis costas los restos de tu propio naufragio. Y en mis antiguas arenas, languidecen tus horas. Sin más, sin hacer nada más.

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