Hoy cuando he iniciado mi jornada laboral como
celador en el manicomio, me he encontrado a mis loquitos riendo como propios,
mientras comentaban la nueva ocurrencia de algunos cuerdos a la que llaman
Tabarnia.
Unos reían por lo antiguo del invento y recordaban que bajo las mismas premisas se crearon Rodhesia y Zimbaue, donde se
aseguraron que la mayoría de los ciudadanos fuesen inmigrantes
procedentes de la metrópoli y no población aborigen de los nuevos entes administrativos. Otros recordaban que era el mismo procedimiento
que otros invasores habían ideado para consolidar sus asentamientos y como el Ulster dio lugar a Irlanda del Norte.
Al acercarme, vi que otros no se reían de los defensores de Tabarnia, sino de los locos que
basaban sus críticas a la nueva ocurrencia de los cuerdos en la defensa de la segregación por encima de la integración. Estos
defendían que se podía hacer una crítica mucho más sólida a los parroquianos de
Tabernia, pues estos incurrían en la victimización de las víctimas, ya
que los taberneros vendían qué ante el anhelo de autodeterminación de un
pueblo, a este no se le había de responder
permitiendo un referéndum donde participasen todos los implicados, sino
viviseccionando al paciente, amputando el miembro cangrenado. Lo que permitiría, por similitud, justificaría la independencia de Bilbopuzqua para
garantizar la salvación de Álava para la causa de los puros.
¡Que alboroto¡
Mientras los veía reír, me di cuenta que uno de
los loquitos más viejos miraba a uno y a otros
y suspiraba impaciente su turno, porque él de
lo que quería reír era de los que acusaban a los que ruegan a las
administraciones que les dejen ejercer el derecho de autodeterminación de
supremacistas, porque claramente ejercen el
poder y menosprecian las reivindicaciones de un pueblo ocupado o una minoría oprimida.
A mí también se me escapo la sonrisa.
También me di cuenta que, en medio de todos,
permanecia uno bien enfuruñado, porque, según luego me contó, de lo que se
tenían que reír todos era de lo absurdos o limitados que eran todos los cuerdos
que daban oídos a semejantes ideas de bomberos o, peor aún, las patrocinaban.
Sobretodo enmendaba a los periódicos que habían entrado al trapo del juego de
distracción que patrocinaban los que cortan el bacalao y pagan su publicidad y
que se habían sacado de la chistera la mencionada ocurrencia con la inestimable
ayuda de 4 ventajistas que quieren hacer carrera política ajenos a la
honestidad y 40 extremistas con largo abolengo en su currículum de penales que
se apuntan a cualquier zafarrancho. Pero claro, a este no le hago caso y
siempre le doy la razón que le pertenece porque sostiene que són más los que están
fuera que los que están con ellos dentro.
Sostengo que no les deberían dejar de leer la
premsa, aunque sea con retraso, pero la dirección alega que
ahora que se dejó de publicar Interview, les entretiene,
y seguro que su opinión es más versada que la
de este humilde celador.
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