domingo, 21 de diciembre de 2008

Se hace saber... el invierno ya llegó

Hoy llegó. A las 13.04, con su constante precisión matemática, el invierno astronómico. Mientras, en la calle lucía el sol y las plazas se caldeaban a la espera de celebrar el vermú. Pero no es costumbre hacer caso al ruido que bulle en la calle a la hora de promulgar oficialmente el concreto instante en que por expreso mandato de los importantes se aprueba la sucesiva sustitución de las estaciones.
No importa que hoy no tenga frío. Quieras o no, el invierno ha llegado aunque nadie lo haya invitado. Y se venden jerseys junto a las tiendas de helado, y de este comercio no es responsable el cambio climático.
Pero no seas ignorante ciudadano urbano, que más allá de las avenidas, en las montañas se acumulan gruesos de nieve en polvo hace tiempo olvidados. Y viajantes y camioneros circulan con cadenas por veinticuatro puertos de la red principal de carreteras nacionales. Y salen en libertad condicional del armario de su prisión mi bufanda a juego con mi gorro y mis guantes. Y tengo el termostato programado para que se encienda todas las mañana antes que yo y a todo trapo la calefacción. Y, en mi cama, tu ausencia se hace más dura ahora que no tengo donde mis pies calentarme.
No lo pude evitar y llegó, con su matemática precisión, el invierno astronómico. Fum, fum, fum. Y es evidente, por estas fechas, haga frío o calor, corre preparando la Nochebuena, la gente. Los ateos olvidan sus principios en los grandes almacenes. Se resguardan en las tradiciones los descreídos. Se venden belenes en los chinos y, como no, en los bazares regentados por los árabes. Rezan a las colonias y a santa corbata de la última hora los comerciantes. Se juegan a la lotería su mala suerte los desesperados.
Y cantaremos villancicos, y las noches se harán más cortas, y tiraremos el almanaque del año caducado, y escalaremos la cuesta de enero, y la crisis se colará por las rendijas mal selladas de los hogares, y me llamarás a deshoras, y nos reuniremos en los bares, y no tendremos dinero y compraremos menos y, para entrar en calor, hablaremos aún más de lo importante y buscaremos satisfacciones que sean gratis y volverá apreciarse el valor del amor al calor en un bar y te colarás en mi vida sólo para abrigarte.

No hay comentarios: