viernes, 31 de julio de 2009

La pobreza en los grandes almacenes

Donde caben 2 caben 3: E Ikea explota la desgracia de los jóvenes que vuelven a casa con el rabo entre las piernas, de los inmigrantes que se hacinan porque no pueden pagar el alquiler, de los desahuciados expulsados de sus viviendas por no poder pagar su hipoteca a fin de mes.
Menú a 1 euro por persona y día: Y Carrefour loa el sacrificio, el hambre y las ganas de comer. No queda otra solución que apretarse el cinturón. Marcas de elite publicitan bajadas en el precio de sus productos estrella y pasan por el tubo pues no les queda más remedio que producir para las marcas blancas de los diabólicos hipermercados o cerrar sus plantas.
Yo no soy tonto. Y Mediamark garantiza los precios más baratos. Gritan consejos para ahorrar en la compra diaria, es el primer paso para combatir el hambre, para evitar el drama, como en las viejas campañas revolucionarias en las que Fidel explicaba las virtudes alimenticias de las hojas y raíces de la selva cubana.
Rebajas del 70% en el verano de elCorteinglés: Y el calor del amor en un bar se vuelve, poco a poco, más barato. Pero, a pesar de los salvajes recortes, de los descuentos nunca vistos, los precios se resisten a bajar. Cómodos en las nubes, no quieren volverse terrenales, ahora que habían acostumbrado a las gentes a pagar cualquier precio por cualquier cosa, cantidades escandalosas por sus bambas, por sus casas, por las bagatelas que desechaban sin usar; parece pecado mortal vender más barato o al precio que se puede pagar.
Just do it. Se vuelve más interesante la competición por los recursos escasos en la arena de este circo. Y las colas se hacen cada día más largas en los comedores de la beneficiencia que han de doblar y triplicar sus esfuerzos y sus turnos para poder alimentar a todos sus comensales.
Yes we can: Y las familias se aficionan a las matemáticas para hallar la fórmula logarítmica más eficiente para pagar los recibos de la casa, la cuenta del mercado y el reflejo desdibujado de lo que había sido el ocio en los tiempos de esplendor.
Y como decía la canción: Cuando la pobreza entra por la puerta el consumo salta por la ventana. Ya no hay peligro de inflación.
Pero presten un poco de atención: ¿por qué no valían las cosas ayer, lo que valen hoy? Porque nos gusta comprar caro. Porque precio elevado es sinónimo de calidad. Porque nos quema el dinero en el bolsillo y nos genera problemas ahorrar.
Pero tras tanto despilfarro, la cigarra famélica y sin techo canta sólo boleros y blues, mientras que las hormigas obreras sólo escuchan heavy y punk, y se preguntan qué hubiera pasado si no hubiésemos estirado tanto el margen del beneficio comercial. Si no nos hubiesen estrujado tanto la patronal. Bienvenido a la república insolvente de mi casa.

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