martes, 18 de mayo de 2010

El sudor de mi frente

Guárdeme el cielo de la dignidad que concede el duro trabajo, aléjenme todos y cada unos de los más suculentos infiernos de la gloria ganada a pulso, atadme fuertemente al palo mayor para poder soportar los cantos de sirena del reconocimiento profesional, alejadme de los premios y tribunas, permitidme caer ante la más humilde tentación, mantenedme separado de la responsabilidad profesional, de las palabras de reconocimiento, que no soy más que otro simple primate con un ego siempre hambriento que no sabe en que ocupar sutiempo. Guárdate tú de darme palmaditas en la espalda, que como cualquier macaco, muerdo.

Ahora que no encuentro una causa ética por la que perder la vida, ahora que perdí las ganas de haced la revolución, de poned bombas para cambiar esta birria de mundo mediocre que me toca habitar, ahora que mis atractivos ya no llaman la atención de todas las muchachas de la villa, ahora que no me puedo pasar las noches encendidas en medio del rock’n’roll, apartadme del trabajo. Dejadme aquí despistado, entretenido con mis juegos, buscándole las tripas a tus juguetes, para que con el sudor de mi frente sólo gane las cosas por las que vale la pena sudar: la sonrisa de los niños, la confianza de los viejos y las vocales quebradas de tu garganta.

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