sábado, 12 de noviembre de 2011

Yo también deseé ser Apache

Como Kafka, quizás como todos, yo también de niño deseé ser apache.
Siempre alerta, cabalgando veloz, a través del viento,
estremeciendo la tierra temblorosa bajo los cascos de mi caballo,
a pecho descubierto detrás de la caza,
desbocado, acelerando mi montura sin espuelas,
con los brazos en el aire, empuñando arco y flechas,
dirigiendo mi rumbo sin usar las riendas,
atravesando la pradera sin encontrar resistencia a mi hombría,
probándome cada día.

Quizás mi problema estribe en que todavía hoy,
cuando ya hace tiempo que he superado los cuarenta,
haya días que sigo deseando ser apache,
a pesar de conocer su triste destino:
Velar las armas mientras suenan los tambores de guerra,
danzar hasta la embriaguez para evitar el miedo,
pintar mi piel y la de mi montura,
despedirme de los míos al final de mi aldea,
lanzarme con la cabeza henchida de soberbia y a pecho descubierto,
armado únicamente con mis flechas,
contra el poderoso, inculto y ciego invasor,
que impide que mi familia siga viviendo en comunión con la pradera.

Gritar al viento,
parecer fiero un instante,
perecer salvaje.

Deseo ser apache mientras signifique enemigo para el invasor,
apache que elige perecer antes que morir varado en la reserva.

Parafraseando Deseo de ser piel roja de Franz Kafka y de Morey, ilustracion de Fritz Scholder

No hay comentarios: