lunes, 23 de enero de 2012

La veracidad de los oráculos

Deberíamos sorprendernos que, después de tanto andado y con lo que ha llovido, nuestros métodos para pronosticar el devenir no difieran en metodología ni en fiabilidad de los que empleaban los habitantes de la Grecia Clásica. Casi 2.000 años después del cierre del oráculo de Delfos por quiebra técnica, las decisiones más importantes que toman nuestros magnates, gobernantes y mangantes se basan en los designios y predicciones de los nuevos pitonisos.
Eso si, hoy los oráculos se autodenominan centros de estudio, gabinetes de investigación y, sobre todo, agencias de calificación; pero tal y como explica Bernard-Henry Lévy en su artículo los pueriles creyentes de la triple A se dedican a lo mismo: ganar adeptos, ganar cuota de mercado y ganar beneficios para sus accionistas.
Pero, para mantenerse en el negocio, utilizan las mismas estrategias: una cuidadísima puesta en escena sabiamente instrumentada por sus servicios de comunicación con la finallidad de hacernos caer en un estado de hipnosis colectiva que nos lleve a creer como verdades objetivas sus supersticiones mal intencionadas.
Detrás de tanto fasto, olvidamos que el análisis que realizan, y que lleva a perder a la deuda de un país la calificación de triple A o le otorga el sanbenito de bono-basura, sólo hay un simple estudio realizado por una empresa que aplica metodologías oscuras, cargadas de subjetividad y deliberadamente confusas. Hacemos caso a una sociedad privada que tan sólo destina el trabajo
de un par de investigadores durante unas pocas semanas y entrevista a una docena larga de influyentes personas para emitir su veredicto y dilucidar la suerte que nos atañe a todos. Ay va Dios! si lo hiciera yo, que no formo parte de ese tribunal de la Santa Inquisición iluminado por la gracia del señor.
Olvidemos también que estos oráculos no aciertan una ni por casualidad, que no paran de equivocarse, que no han sido capaces de predecir ninguna de las crisis importantes que han sacudido el orbe terrestre en los últimos años. Silenciemos que, algunas de ellas y algunos de sus más reputados videntes, incluso han sido cómplices de vaticinios deliberadamente errados para
beneficio de los amigos de su templo. Y en cambio este tocomocho ha sobrevivido hasta hoy desplumando a estados incautos y generando estragos. Conocido el truco y desvelada la mentira ¿hasta cuándo escucharemos al oráculo y su mal fario?

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