sábado, 24 de marzo de 2012

La elección de la ceguera

Distraído o imperfecto atraviesa el peatón la calzada atropellando a un camión de reparto.
Somos máquinas arcaicas que nos empecinamos en subsistir en un mundo hostil en constante cambio, antiguallas que hemos renunciado a evolucionar e incluso hemos elegido degenerar y robinarnos; permitiéndonos la obsolescencia gracias a nuestra elevada capacidad de reproducción.

En ausencia de otros depredadores que nos amenacen echamos a perder parte de las habilidades que nos permitieron conquistar la pirámide trófica: perdemos nuestra visión frontal, nuestra capacidad de análisis.

Renunciamos a apreciar el movimiento de la mayoría de las cosas que nos envuelven: despreciamos el sentido del movimiento de los astros en la cúpula celeste, ignoramos la altura del sol sobre nuestra perpendicular. Nuestro ensimismamiento nos impide apreciar como se abre la yema de un almendro, como engorda el pelaje de los animales, como evolucionan los colores que pintan el cielo. Nuestra subjetividad nos impide apreciar como envejecemos. Nuestra soberbia como mudan la piel los humanos que comparten nuestros días, si ocultan una sonrisa o una mirada cargada de odio.

Incapaces de sostener la mirada en un punto más de cinco minutos, incapaces para comparar un lugar o una persona con el mismo o la misma de solo hace unos meses, incapaces de recordar nuestro propia esencia y punto de vista de tan solo hace unas semanas. Carecemos de enfoque para determinar lo que pasa alrededor nuestro y será evidente mañana.

Caminamos a ciegas. Elegimos avanzar sin otear el horizonte, sin mirar los obstáculos que debemos enfrentar inmediatamente, sin evaluar los riesgos de los que depende nuestra suerte, dando palos de ciegos en la oscuridad de la caverna. Renunciando a la mirada, para dar un paso tras otro de oídas, siguiendo el sonido de las campanas que otros tañen, en un esfuerzo de mula atada a la noria. Renunciando al análisis crítico por pereza y por miedo, renunciando a la libertad a cambio de una esclavitud acolchada, renunciando a la defensa de nuestros derechos, de nuestras tierras apaches por cuatro baratijas brillantes y dos botellas de alcohol hasta caer en el abismo de los bárbaros corruptos.

No hay comentarios: