martes, 6 de marzo de 2012

Wellcome to Villa Miseria

En el colmo del sinsentido, como auténtico panolis, incluso colaborando con el desaguisado algunos de los más subnormales de entre nosotros, hemos tirado piedras sobre nuestro tejado, orinado contra el viento, arrojado sal sobre nuestro huerto y cavado bajo nuestros pies hasta romperlo todo, hasta llegar hasta aquí.

Welcome to Villa Miseria, aldea global. Si has entrado, jamás nos abandonarás.

Era difícil perderlo todo en tan poco tiempo, pero con mucho esfuerzo lo hemos conseguido. Hemos sido tremendamente eficaces y en unos pocos años nos lo hemos dejado arrebatar todo: el pasado de nuestros abuelos, nuestro presente y el futuro de nuestros retoños.

Primero, incrementamos artificialmente el precio de la vivienda. Haciendo que la casa que antes se podía pagar con el sudor de siete años del esfuerzo integro de un cabeza de familia, no la pudiese pagar una pareja de enamorados con el sueldo medio sino se hipotecaban por más de 30 años. Un milagro que consiguió que con un buen sueldo no se pudiera llegar a fin de mes y que
dos sueldos no permitieran a una familia ahorrar.

Después los mercachifles de feria que gestionaban las serias instituciones bancarias especularon con nuestras hipotecas y otras hipotecas basura en el casino internacional hasta poner en la picota el sistema financiero internacional. Eliminada la confianza en el mercado interbancario, colapsaron el crédito, estrangularon a las empresas hasta llevarlas a las pequeñas a la bancarrota y permitir a las multinacionales eres y medidas de ajuste, generando un nivel de desempleo masivo y perenne que no sólo ha conducido a las familias al umbral de la pobreza, absorbiendo todo su ahorro pasado, la capacidad de auxilio de sus redes sociales y todo sus bienes presentes y futuro, sino que también a llevado a la bancarrota a los sistemas de protección social de los estados.

Paralelamente y de forma sincronizada al por mayor los especuladores atacaron a la deuda soberana de los estados haciendo que pagaran más por los préstamos que habían concertado para salvarles rescatando a los bancos, mientras que al por menor las instituciones financieras golpeaban a aquellos que se habían escapado de la maldición hipotecaria, saqueando el ahorro de
nuestros mayores y pequeños ahorradores que habían confiado en ellos a través de sus productos preferentes que mediante engaños les endosaron haciéndoles creer sus bancos de cabecera que eran inversiones seguras aquellas que no garantizaban el capital depositado ni el plazo en que podía ser recuperado.

Y finalmente, en el agua revuelta de la crisis, impusimos como necesarios los recortes: reformas laborales que permitían no sólo el despido barato, expedientes de regulación de empleo en empresas que tenían beneficios, sino la modificación unilateral de la remuneración pactada en
nuestros contratos sin causa aparente tanto a trabajadores del sector privado como del público. Al tiempo que subimos los impuestos de las rentas del trabajo, incrementamos el coste de los servicios básicos, encarecimos más la salud y la educación.

Ahora, almas de cántaro, empezamos a sorprendernos porque la receta de la contención del gasto provoca recesión, no genera empleo y reduce la recaudación del estado, a pesar de que siempre que se aplico esta medicina el paciente pereció. Pero, avispados, insisten e imponen más recortes,
condenando a la miseria a cada vez un porcentaje más amplio de la población.

Los barrios se derrumban, las casas vacías se ocupan, las familias honestas y trabajadoras hurgan en los contenedores de basura. Welcome to Villa Miseria, aprende a mirar con ojos rasgados.

Nadie ha recordado el círculo de la pobreza tan analizado: si cada vez hay menos personas trabajando y cada vez los que trabajadores cobran menos, sólo se pueden comercializar producir productos baratos, que generan un beneficio menor, una vida low cost, un mundo miseria.

No hemos querido ver que ya nos hemos mudado ha Villa Miseria donde nadie puede pagar lo que vale el servició recibido, donde la inmensa mayoría no puede abordar la compra de un bien duradero sea una vivienda, sea un automóvil, donde cada vez más trabajadores asalariados después de esforzarse en su jornada laboral no puede pagar el techo donde habita, los recibos mensuales, las chuches que les compra a sus hijos, ni sus ganas de bailar.

Welcome to Villa Miseria, aldea global. Si has entrado jamás nos abandonarás.

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