En cambio, quien con tanto esfuerzo cuida de rebaño animal, engorda negocio propio o se desvive por levantar una familia de orden, descuida habitualmente la retaguardia y renuncia a tener presente que las más de las veces el mal ya esta dentro, proviene de casa y pudre el resto del cesto.
Así nuestros entregados mandatarios, temerosos de los disturbios que los jóvenes puedan hacer en sus protestas por otro mundo posible y al menos un futuro probable, cierran las fronteras suspendiendo temporalmente el tratado de Schengen y la legalidad vigente; sin tener presente que esos mismos días pondrán cubiertos en sus mesas a los culpables de la angustia y la miseria, a los que dictan y recetan pobreza para los muchos para inocular la garantía de la riqueza en el bolsillos de los pocos.
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