sábado, 16 de junio de 2012

El rescate de los lobos

Pequeño saltamontes, escucha: Lo que ves, lo que escuchas oculta la verdadera esencia de las cosas. La apariencia es sólo un envoltorio colorido para una realidad gris y roja, sucia y sangrienta; así como la democracia es un escenario de cartón-piedra que permite a la experta cleptocracia hacer y deshacer a su antojo mientras el ganado permanece dormido o narcotizado.
Crece saltamontes, observa: Como los directivos de las compañías anónimas no trabajan en beneficio de sus accionistas desconocidos, los gobernantes de las diferentes administraciones no miran por los derechos e intereses de sus votantes. Como lo iban hacer, pequeño insecto, si los unos no coinciden jamás con los otros, los desconocen, los aborrecen y incluso los temen.
Reflexiona saltamontes: No son gente normal como tu y yo, no viajan en los mismos trenes, no comen en los mismos sitios, no llevan a sus hijos a los mismos colegios, no son atendidos por los mismos médicos, no dependerán de las mismas pensiones y no están atemorizados por cómo llegar a fin de mes.
Saltamontes: Es una entelequia que exijamos a los Reyes que cuiden de sus peones en tiempos normales. Mucho menos en estos tiempos, cuando tocan arrebato y hemos sacudido la lona pidiendo el rescate, esperar que las ratas sean las últimas en abandonar el barco.
Pero, Saltamontes, si alguien queda que se cree aún las mentiras de Pepito Grillo debes decirles que los hombres de negro no guardan ni una sola semejanza con las maternales vigilantes de la playa. Y además de vigilar las trampas al solitario que se ha venido haciendo la banca, exigirán al tomador del préstamo de 100.000 millones de euros (el Reino de España) como el Sol a Moctezuma el sacrificio humano: incremento del IVA, reducción de empleos y salarios públicos, menos gasto social, más venta de empresas patrimoniales. Porque al igual que el supervisor de la banca ha sido el banquero. El supervisor del rescate son los buitres de negro a sueldo de los Mercados que sólo quieren más sangre, aún aplicando por extenso la reconocida generosidad de las zorras entre las gallinas y las lobas entre los corderos.

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