miércoles, 21 de mayo de 2008

Lista de la nevera. Cosas por hacer.

Evidenciando nuestras fuertes limitaciones y falta de decoro, algunos hombres que vivimos solos pegamos en las puertas de nuestros frigoríficos la lista de las cosas que queremos hacer. Una enumeración que va mucho más allá de la mera relación de tareas pendientes y cosas por comprar: Es el listado de los pasos que nos quedan por dar para convertirnos en quien queremos llegar a ser. Un papelito que nos acostumbramos a mirar lo menos posible para no defraudarnos. Un nota que nos avergüenza cada vez que tenemos la suerte de que alguien nuevo busque, por sí misma, algo de comer en nuestra despensa.
Mi nevera delata mis penas. Me alienta mudamente a estudiar inglés, a invertir con sensatez los cuatro duros que tengo ahorrados, a pasear mi curriculum por nuevos territorios, a buscar un curso de postgrado que me apetezca estudiar, a volver a preparar sesiones de cuentos en bares y lugares de dudosa reputación, a planificar a medio plazo, o a hacer yoga. Mi nevera necesitó abrir lista aparte para poner tener sitio donde denunciar todas las cosas que hacen falta comprar en casa para que ésta se convierta en un hogar: lámparas, cortinas y, cito textualmente la opinión del electrodoméstico, "objetos de decoración".
En la lista no aparecen, por suerte, otras labores que debo acometer con urgencia: aprender a darme caprichos, buscar a alguien a quien engañar para que comparta conmigo las vacaciones, jugar más, cansarme menos...
Las listas comienzan a amarillear y no aparecen tachones victoriosos que revelen conquistas o logros.
Así, que, si vienes a casa y quieres saber más sobre mí, pregúntale a mi frigorífico, porque en él guardo congelados mis anhelos.

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