jueves, 19 de febrero de 2009

Adversión a lo malo conocido

Pies clavados en el suelo, inmóviles, enterrados. Puertas cerradas bajo siete candados, ventanas clausuradas, olor a encerrado. Cerebros secados como mojamas, ideas petrificadas conservadas en bellos mausoleos. Miedo al cambio, pánico a lo desconocido. Malditos refranes tejidos con saña para cortarnos las alas. Malditas máximas disparadas para cercenar las ganas de más, de más y mejor, de más y mejor ahora mismo. Pero no nos movemos lejos de lo malo conocido, no vaya a ser que no hagamos pie. Y se cronifican las injusticias y se nos enquistan nuestras lágrimas, nuestros dolores.
Siempre ha sido así, nos intentan consolar con dulces manzanas bien envenenadas. No hay, ni hubo otro camino, ellos ya lo intentaron. Sólo queda un modo correcto de hacer las cosas. Un único camino recto. Sentencian: mejor malo conocido que bueno por conocer y con una sola ráfaga de inocentes palabras asesinan todas las esperanzas, extinguen todas las posibilidades.
No te dejes engañar por el marketing de los normales, de los tuertos del planeta de los ciegos. Siempre es mejor malo por conocer: Ensayo, error, ensayo, error, voy creciendo. Derecho constitucional a la equivocación promulgo en la república independiente de mi magullada piel. Instinto salvaje de supervivencia, ingenuo anhelo de superación, vía libre hacia las utopías fabricadas con materiales de derribo y buenas intenciones en proceso de rehabilitación. Asilo garantizado a la inquietud. Queda reservado el derecho de conservación. El arte por el arte. El cambio por el amor al cambio, que en la variación está el gusto y en la acomodación en el susto. Ampliación constante del campo de batalla, persecución sin sentido de la línea del horizonte. Derecho de conquista. Veda abierta a la caza de nuevas ideas. Festejos, banquetes, bacanales, celebración constante de las pruebas erradas y los intentos fallidos.
Porque los que aún estamos vivos, no nos paramos a mirar a los pacientes que pacen en los paramos de lo malo conocido. Caminamos. Y en nuestro despropósito quizás alguna vez nos crucemos con lo bueno por conocer, nos han hablado tan bien de él.

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