domingo, 1 de marzo de 2009

El variable ritmo de la juventud

Chaval, no en todos los sitios existe la adolescencia. En este árido no tenemos juventud. En ese desierto no se valora nada ser joven. En estas junglas, ser joven es una enfermedad que se cura con el tiempo. En aquellos suburbios ser joven, ser bello es un riesgo porque anhelan nuestros cuerpos.
Nuestros viejos no quieren parecer jóvenes e inexpertos como los vuestros, muestran orgullosos sus canas, porque sus arrugan proclaman su victoria sobre el tiempo y sus espaldas plateadas evidencian que han sabido llegar, que han sobrevivido y que sin duda sus genes son los más fuertes.
En los países subdesarrollados donde tantos habitamos somos viejos más jóvenes, a una edad mucho más prematura. La desnutrición de nuestras madres durante nuestra gestación, el hambre padecida durante nuestra niñez nos restaran años al final de nuestras cortas vidas, y ya ahora nos hace parecer mucho más viejos de lo que vosotros os pensaríais. Pero también los cuidados médicos que nunca podremos pagar acortan nuestra esperanza... de vida.
Aquí, más que en ningún otro lugar, sabemos que nuestra belleza es efímera. Sin duda somos bellos y somos jóvenes durante un instante fugaz, quizás más jóvenes y más bellos que en ningún otro lugar, pero no nos preocupamos de ello, ocupados como estamos por lo más fundamental.
Vosotros allí, en esos países donde no nos dejáis entrar, cada vez vivís más años, pero esos años no los añadís a la vejez, sino que se alargan elásticos vuestros años de juventud; por eso, ¡milagro! tenéis jóvenes de cincuenta años, pero no os hacéis más sabios, ni amáis más vuestro entorno, ni a nosotros. Sólo cuando despreciéis la irresponsabilidad y la juventud, miraréis hacía aquí, miraréis nuestros jóvenes ojos arrugados y querréis vernos alegres. Entonces no nos dejaréis ser extranjeros y nos guardaréis bajo vuestras leyes, que alargaran nuestras humildes vidas hambrientas de vejez.
Fotografía: National Geographic

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