lunes, 4 de mayo de 2009

Malos tiempos para la obsolescencia

Todos los augures anuncian a los cuatro vientos el final del reinado del usar y tirar. Después del paso festivo de las vacas gordas, alardean estridentes clarines y timbales anunciando el esperpéntico desfile de las vacas flacas y, desde el medio de los esqueléticos bóvidos, quien nos sonríe es la temida crisis triunfante, que viene a quedarse.
Pero escuchemos a los sabios, que pacientes nos recuerdan que las crisis son un nuevo principio y una nueva oportunidad. Así, buscando el lado positivo, después de tirar la casa por la ventana, la crisis nos impone más cariño a lo ya acumulado. Una segunda oportunidad a los recursos arrinconados. En ausencia de las compras compulsivas, ahora que la visa cerro por defunción, por fin nos dará tiempo a usar todos los trucos y funciones de nuestros viejos gadgets, antes de arrinconarlos en el cajón de nuestro olvido. Dicen los analistas que no aparecerá ningún producto revolucionario durante los próximos años. Todos los conejos permanecerán encerrados en sus chisteras, ahora que ningún truco arrancaría un centavo de los bolsillos sellados.
Hasta un nuevo decreto de sol y buen tiempo, hay futuro, pero no hay crédito, y sólo gana el que menos gasta.
Ahora que no hay lugar para los colores estridentes en el reinado absoluto de las marcas blancas, es la época precisa para usar ese fondo de armario sabiamente atesorado que jamás nos ha traicionado. Se buscan nuevos usos para las mismas cosas. Se lleva doblar el interés a las mismas personas. Nada nuevo. Más tiempo para usar lo viejo. Tiempo para el vintage. Resucitar las esperanzas. Más posibilidades para una segunda oportunidad.
Y nuestro cerebro, mal acostumbrado por una dieta basada en frívolas chucherías instantáneas, deberá escarbar bajo el polvo de la pereza para recuperar la costumbre de buscarle los tres píes al gato.
Serán defenestrados sin piedad los nuevos ricos, nada más se les agote el cash. Ingenuos, tontos, incautos que se llenaron de créditos serán fácilmente escupidos sobre la cuneta. No habrá piedad para el que no demuestre saber más.
Pero dicen que no hay mal que por bien no venga: Y los padres aprenderan a decir “no” a sus hijos bienamados. Aunque sin regalos, no sabrán como comprar la sonrisa de sus vástagos y, mucho menos, su silencio. Ahora que tendrán más tiempo para ellos, ahora que hay menos horas extras, menos reuniones de negocios, menos clientes y son más largas las colas del paro.
Pero dicen que no hay mal que cien años dure: Y aprenderemos a querernos, ahora que no hay dinero para bromas y se recortaran gastos e infidelidades, pospondremos los divorcios, pues corren malos tiempos para la lírica. Y una vez estudiado el saldo de la cuenta corriente, podré mirarte a los ojos, y si bien no llegaré a decirte que te quiero, no temblaré al decirte sinceramente: te necesito, vida mía, sin ti a mi lado no vivo, ni pago los recibos, ni llego a fin de mes.
Y recuerden los presentes, que vendida la música sólo queda el instrumento.

No hay comentarios: