sábado, 13 de marzo de 2010

1ª lección de marxismo emocional

“Los hombres, a quien pierde el deseo, harían bien en limitarse a sus necesidades”, nos dice Karl Marx, sin temer que hombres y mujeres se pierdan en la concupiscencia y se olviden de los medios de producción, acabando con el sistema, sin necesitar de la revolución.
Pero Marx en La ideología alemana ya nos advierte que la zanahoria nos impide ver el presente. El hombre que gracias a su intelecto se ha liberado del yugo de la naturaleza, no debería tener ningún problema para satisfacer sus necesidades. Gracias a las máquinas, podría liberarse, poco a poco, del castigo divino del trabajo. Pero el deseo aboca a la humanidad a la desigualdad, a la injusticia y el hambre. El deseo a la de acumulación nos conduce al saqueo y la infelicidad de la humanidad.
Y a nivel individual, el deseo es lo que no tenemos, nuestras expectativas, aquello a lo que aspiramos. El deseo es aquello por lo que nos dejamos la piel trabajando, lo que nos hace olvidar nuestros principios y, si es necesario, vender a nuestra propia madre.
El deseo es siempre algo más de lo que tenemos. El deseo es ese desajuste de origen que nos impide estar acordes con lo que tenemos. Buscar más allá. El deseo ha movido el mundo y creado el arte. El deseo ha arruinado la vida a los mortales, porque la vida basada en los deseos carece de sentido, al ser ajena de la realidad.
Cubrir las necesidades nos daría muchísimo menos trabajo. Nos costaría mucho menos dinero. Muy barato nos saldría obtener un poco de comida, un techo donde guarecernos, algo con que abrigarnos y miles de juegos con que entretenernos.
Pero el sistema se ha dotado miles de objetos de nuestro deseo, que nos tienen atados a la noria y nos obliga a trabajar. Más grande, más nuevo, más caro.
Y, en las emociones. El deseo está siempre en alguna otra parte. Lo mejor es enemigo de lo bueno. Poco trabajo nos daría ser feliz con quiere serlo a nuestro lado. Escapamos a la detención del tiempo, corriendo en busca de lo que no tenemos, porque lo que no tenemos no tiene los inconvenientes que tiene la realidad.

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