jueves, 6 de enero de 2011

Elogio de lo superfluo

De cara a la galería, e inspirados por el anunció de que desde el próximo número los 4 fantásticos serán 3, a pesar de su nombre, los responsables de este circo se han propuesto recortar todo lo superfluo, en un intento desesperado para transmitir la peregrina idea de la búsqueda mesiánica del incremento de la productividad.
El público, ambientalmente muy concienciado, ha aplaudido unánimemente el destierro de los animales domados y han sido víctimas de un expediente de regulación de empleo tanto el oso motociclista, como el perro adivinador, como la foca que aguantaba la pelota en la punta de la nariz, como el león paciente que soportaba diarios análisis de sus anginas, a los que no les quedará más remedio que aceptar en zoológicos y selvas trabajos muy por debajo de su calificación.
Suprimidas las fieras, ha sido mucho más fácil justificar la supresión de todos los domadores y caballistas, que ya no gozaban de la simpatía del respetable por su tendencia a un uso del látigo muy por encima del que hacían de la zanahoria. Pero no nos preocupamos por ellos, porque han sido rápidamente absorbidos por el mercado laboral en diferentes departamentos de gestión de personal.
El público, laboralmente muy concienciado, ha considerado muy oportuno la eliminación de los innecesarios puestos de trabajo que se desarrollaban con alto riesgo para los operarios. Han sido eliminados bajo esta premisa los funámbulistas, los trapecistas y demás especialistas de la cuerda y el alambre; que ahora buscan una oportunidad para su reconversión en las colas del INEM que les permita escapar del hambre.
El público, muy concienciado de sus derechos como consumidor, ha exigido también la eliminación de todos los números basados en el engaño y la simulación, obligando a rescindir los contratos de adivinadores, ilusionistas y fakires, que poco a poco, van olvidando sus principios para poder recolocarse en empresas financieras y otras agencias de raiting.
Finalmente, y por decreto, los responsables de la administración han derogado a fecha de hoy todos los derechos del colegio de payasos, prohibiéndoles el ejercicio de la profesión tanto en campo abierto como bajo techado, alegando que con la que está cayendo no es ético hacer reír a la gente.
Ante estas medidas y viendo la carpa vacía, el jefe de pista ha decido buscar una nueva orientación para el negocio y, aprovechando el nombre histórico de la entidad,, ha decidido que desde mañana el Circo Price cotizará en bolsa bajo el nombre de Banco Low Price. Total, en espíritu, es el mismo negocio: ilusionar a la gente, con cosas de dudoso valor.

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