viernes, 8 de abril de 2011

La formación de las estatuas

Los sueños, insomnios y pesadillas del autor atormentan y torturan habitualmente los materiales (bronce, mármol, yeso, madera) hasta darles casi la forma deseada para llegar a expresar aquello que no nos cabe en el cuerpo. Nada se le exige al artista más que un impacto que nos haga temblar, más que una caricia que nos haga suspirar. Después de muchos años los que conformamos el analfabeto público hemos aprendido a buscar más allá de la mera técnica, a leer la intención, a escuchar el grito, a sentir la locura. A amar el arte por el arte. En cambio, la ciudad snob en donde habito, que sólo escucha a los torturados bienpensantes y a los miopes del camino recto, ha pedido el currículum vitae a las estatuas humanas que decoran nuestra rambla, porque desde ahora se necesita formación en artes escénicas para pedir en la vía pública, que la formación garantiza la calidad. La equidad del requisito no se merece ni comentar. ¿Qué titulación se pide para ser alcalde? Ninguna, pero, eso si, a los ímprobos y desvelados vigilantes de la elegancia no les ha temblado el pulso para negar a algunas familias su única fuente de ingresos. ¿Nunca han visto el miedo al hambre ni de lejos? ¿Cuántos años de conservatorio se le pedirá al músico callejero? ¿Se le demandará una licenciatura en física al malabarista? ¿Qué titulación se le exigirá al payaso que hace reír a niños y grandes?

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