lunes, 23 de abril de 2018

Amonestaciones a mi zurda

Nada he esperado nunca de los que avanzan por la derecha. De los que cortan el bacalao sé, desde jovencito, que sólo nos sueltan unas migas cuando los forzamos. Los políticos de esa cera están para proteger sus intereses e incrementar las fortunas de los ricos con el dinero de los pobres. Y a los obreros que los votan no los entiendo y, aunque sé que están manipulados por la educación, la iglesia, la publicidad … , no les eximo de toda responsabilidad, pues ejercer de ciudadano es un derecho y un obligación, aunque ser rebaño conlleve mucho menos trabajo que tener conciencia.

En cambio me duelen los silencios de los zurdos porque con ellos he recorrido muchos tramos del camino y espero seguir coincidiendo en muchas luchas. Es por eso que no les perdono que renuncien a principios que compartíamos, me escuece cuando les veo claudicar interesadamente y me rebela cuando me acusan de ser violento simplemente por discrepar.

Así les reprocho:

Justificar el manifiesto abuso del 155, que supone mancillar las instituciones y secuestrar la voluntad de la ciudadanía, dificultar la gestión diaria de la administración, retrasar la movilización de recursos destinadas ayudas sociales y también el abuso de destituir a cualquiera que no obedezca cabizbajo todos los dictados del poder central en su actividad pública o en su vida privada.

No denunciar el discurso inventado de la violencia en Catalunya, permitiendo que la ultraderecha diga que manifestarse en defensa de cualquier idea, pitar cualquier himno, canción o personaje público es violencia a la que se le pueda imputar un delito de odio y que los ciudadanos tremendamente democráticos y pacíficos que componen ejemplarmente los CDR son terroristas. Callar, bendiciendo con su silencio el dedo inquisidor.

Pasarse por el forro de los cajones la solidaridad interterritorial y sacar leña del árbol caído, reclamando obras de arte fielmente custodiadas, ofreciendo más prevendas para albergar sedes empresariales o congresos, impulsar la mesa de financiación sin los representantes de Catalunya para buscar consensos sin nadie que la defienda, sacando el codo para avanzar al desprotegido.

Cuestionar el modo en que educamos a nuestros hijos porque les enseñamos a respetar varias lenguas y a defender en la calle los derechos que les quieren recortar, explicándoles lo mejor que cada uno podemos las cosas raras que no paran de pasar.

Obviar la verdad cada vez que contradice nuestra postura y muchas otras cosas menudas que son aberraciones.

Pero decir que mi enfado no se extiende a todos los que se dicen zurdos, porque del dicho al hecho hay mucho trecho, y yo a algunos de los que usan este adjetivo nunca los reconocí como tales y nunca esperé tampoco nada de ellos.

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