
En una democracia real, NO es posible que comandos armados organizados por magistrados y ejecutados por miembros de la guardia civil detengan, con gran despliegue de medios y costos para el erario público, a personas por un tweet cualquiera, una función de marionetas o un rap, ni apliquen a la ligera la ley antiterrorista a cualquiera que proteste y corte una carretera. Y que, mucho menos, priven de libertad a las personas que lo han hecho.
En una democracia real, NO se puede permitir que estás
detenciones sean discriminatorias y las opiniones que se persigan sean las que
unos pocos decidan, aplicando el delito de odio de forma parcial y torticera. Recuerden
que el delito de odio está para defender a las minorías oprimidas y no para
defender a los poderosos ni a la opinión mayoritaria.
En una democracia real, la fiscalía NO admite a trámite las
denuncias de aquellos que se autoerigen defensores de la moral e indican que se
puede decir y que no, y mucho menos instan detenciones contra personas que sólo
han hecho pública su opinión, de forma más o menos acertada, pisoteando el
habeas corpus mínimo de un estado del siglo XXI.
Ahora que el Gran Hermano controla todos nuestros
movimientos, debemos estar atentos al traslado de algunos magistrados al
tribunal resucitado de la santa inquisición o a un nuevo cuerpo de élite
judicial represor. Dredd es totalitario
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