domingo, 13 de abril de 2008

Tiempos modernos

La Postmodernidad ha heredado y elevado a la máxima potencia la glorificación del trabajo, hasta transformarnos en una sociedad del trabajo. Hasta el punto que el significado de la propia palabra trabajo como castigo divino, cuyo origen siempre había estado relacionado con penas y fatigas casi insoportables, con esfuerzo y dolor y, en consecuencia, con una deformación del cuerpo humano, ha empezado a perderse para nosotros, hasta transformarse en el centro de nuestra realización como personas: somos trabajadores para poder ser consumidores.
El trabajo algo indispensable para mantener la vida, se convierte, por arte de birlibirloque, en el centro de la vida misma. El castigo divino, se convierte en lo divino, por sí mismo.
La paradoja se hace más patente cuando el trabajo conquista el centro del escenario en una sociedad de trabajadores que está a punto tecnológicamente de ser liberada de las penas que éste impone. En este punto, los humanos olvidan, de repente, todas las otras actividades más elevadas y significativas por cuyas causas merecería separarse del trabajo y ganarse esa libertad (perder el tiempo, hablar con los amigos, crear solidaridades nuevas, comer, vivir, amar...)
Quizás el hecho de que cada vez haya menos trabajo necesario, hace crecer el miedo entre los hombres entrenados a ser valorados en función de su trabajo. Hombres que se enfrentan con la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, sin la única actividad que saben hacer y doméstica su tiempo. Está claro que nada podría ser peor.
El deseo tanto tiempo anhelado, liberarnos del castigo injustamente impuesto, al igual que sucede en los cuentos de hadas, llega en el peor momento, cuando todos en el reino han olvidado que hacer cuando no se tiene que trabajar. Así que cobardes, como somos, nos inventamos trabajos que no necesitamos antes de enfrentarnos a una libertad para la que no estamos preparados, antes de aprender a no trabajar.
Imposible sin La condición humana de Hannah Arendt

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