domingo, 27 de abril de 2008

Hambre en tiempos de abundancia

En este planeta de lujos y excesos, tras años de vacas gordas en los que hasta el más tonto se ha llenado los bolsillos y se ha erigido en hábito tirar las cosas sin llegarlas a usar, nadie mira hacia atrás, ni hacia abajo, como buenos miopes bien amaestrados.
Pero hace unos meses, más de un año, que vienen sonando las campanas advirtiendo que se acercan irremediablemente las vacas flacas. Abróchense los cinturones, apriétense los machos.
Según la FAO, 36 países de casi todos los continentes están inmersos en una crisis alimenticia y en EEUU la gente, otra vez atizada por el torpe pánico, vacía los supermercados de alimentos básicos como si esperaran el diluvio universal una vez más.
La locura es grave, como ha advertido el enviado de Naciones Unidas para asuntos alimenticios, Jean Ziegler: El aumento global del precio de los alimentos está llevando a un "silencioso asesinato en masa" en los países más pobres del mundo. Un asesinato en serie responsabilidad de la expansión de los biocombustibles, pero sobretodo de la burbuja especulativa que está inflando artificialmente los precios de los alimentos básicos en los mercados de materias primas y de los subsidios de las explotaciones en la Unión Europea y Estados Unidos que convierten a los países occidentales en responsables de la hambruna que afecta a los países pobres.
HAMBRE CRUEL Y ESTUPIDO EN EL SENO DE LA SOCIEDAD DE LA ABUNDANCIA, donde unos pantalones cuestan menos que la comida diaria, donde las personas que producen mil pantalones al día tienen dificultades para llenar su bol de arroz.
Este verano escucharemos miles de espeluznantes historias de hambre y sed en medio de miles de gadgets (ipods, mp3, plasmas) que continúan bajando de precio, mientras la inflación se ceba en los alimentos y en el agua. Tendremos de todo, no veremos nada, miraremos a otro lado, mientras que lleguemos a fin de mes, luego, lloraremos.

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