viernes, 5 de septiembre de 2008

La paralisis ante la abundancia

Quizás sean mis orígenes humildes o mi cadencia por lo sencillo o mi falta de hábito, pero lo cierto es que la sobreabundancia me paraliza: Detesto los grandes almacenes saturados de productos, reclamos y consumidores ávidos. Me pierdo en las cartas sin fin de algunos restaurantes y busco la calidez de aquellos otros que sólo nos dan a elegir entre tres platos bien cuidados. Pierdo el apetito caprichoso ante filas inacabables de diferentes galletas que no se diferencian en nada. El exceso de oferta me apabulla. Necesito más intimidad. Aislarme ante la tentación. Temo que no podré conocerte en medio de las fiestas, cuando todo el mundo reclama mi atención y todas las chicas me sonrien. Llévame pues a un rincón, aíslame de tanto ruido, clávame en el suelo y cuéntame despacio tu receta, pues yo nunca tengo prisa.
Fotografía: Domingo + AnaElenaPena

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