viernes, 21 de marzo de 2008

En tránsito

Sí, marchó. Pero no me dejó sólo, en casa quedó su ausencia; en mi piel, su recuerdo. Con el tiempo, el olvido tapó sus defectos, el ensueño sacó brillo a sus virtudes. Nunca hubiese creído que desprenderme de tí fuese tan tremendamente difícil. Ahora que no me dañas, cómo no amarte. Porque ella no iba a volver, le negué el pan y el agua a la esperanza. Anduve cabizbajo por todo lo que había perdido cuando estuve así de cerca de tenerlo. Triste hasta el hartazgo, tuve que gritarme: !Basta¡ Entonces, huido del pasado, caí preso de un futuro que no terminaba de llegar. Nervioso, inquieto por encontrar en algún otro sitio el único pan que me sacia. Tarde, aprendí a ser paciente. Tú no estás y te echo en falta. No estoy lleno, pero dejo todas las puertas abiertas. No soy feliz, pero no me hace infeliz no serlo. No busco nada, me entretengo con lo que tengo y sólo espero que el futuro me sorprenda despistado, jugando.

No hay comentarios: