
Me reengancharé de nuevo a la legión extranjera para defender la frontera entre el bien y el mal, para ver nacer las puestas de sol y resguardar el horizonte. Madrugaré todas las mañanas, para amasar los recuerdos y garantizar que sobre la mesa haya siempre pan caliente con el que poder mojar en todas las salsas. Seguiré bailando por las calles de vuelta a casa, cuando crea que no me ve nadie, para que sigáis cuestionando mi cordura.
Resguardaré de los intereses de las multinacionales mi mirada silvestre, no venderé mis tambores, bailaré siempre entre las flores. Continuaré piropeando a todas y cada una de las mujeres que sonríen a granel. Caminaré hacia atrás para, sin que nadie se de cuenta, avanzar una pantalla más, hacia el record mundial y conseguir encajar todas las piezas que caen dentro de mis ojos en este puñetero tetris que rellena mi cerebro.
Compondré nuevas canciones para el verano y olvidaré los tangos y los boleros que he cantado ya. Y seguiré haciendo lo mismo, experimentando hasta el borde del abismo, porque me gusta, porque me divierte, porque es el plato que cocino mejor.
Perderé con elegancia todos los combates, pero no tiraré los guantes. Me sacudiré el miedo y volveré a la arena. Como siempre, lleno deudas, lleno de dudas volveré al ruedo, me arrimaré al toro y dejaré que laman mi cuerpo sólo para saber a que sabe.
Regresaré a la pista a trabajar sin red para dejarme querer, volar por volar, sin respetar la ley de la gravitación universal. Silbaré a veneno en la cola del pan: “Si tu no te das cuenta de ná, el mundo es una tontería, si vas dejando que se escapé lo que más querías”. Me entretendré jugando en las calles y llegaré tarde una vez más, porque esto si se nos enfría no vale pa’ná.
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